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Ahora mismo, Guadarrama, Madrid, Spain

24 de diciembre de 2010

¡Feliz navidad!

   ¡Hoy es Nochebuena! Mi mamá está viendo en el salón el concierto del Palacio Real, por la calle ya suenan los primeros petardos (jajajaajajaja, me acuerdo cuando vivíamos en Temperley, que el loco de mi tío apuntaba al edificio de enfrente con las cañitas voladoras apoyadas sobre la reja de casa, intentando colarla por la ventana de mis vecinos... Mi tío Carlos estaba mal de la cabeza) y yo estoy en mi habitación, con la gata encima, Stancito en la cama y un te al costado (mío, no de Stan). O sea, ideal. 
   Podría soltar las cursiladas típicas de esta época (que comparto al 100%, ojo!), intentar decir algo ingenioso o provocar alguna sonrisa, pero, en vez de eso, voy a limitarme al simple y socorrido "Feliz Navidad"; el resto, nos lo vamos diciendo día a día, ¿no?

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

El ciudadano 2.0

   En febrero se va a celebrar la II Semana de la Sostenibilidad de Rivas. Habrá que estarse atenta a esta convocatoria, porque tiene una pinta buenísima, además de que participan personas con las que trato más o menos a menudo y mola ver cómo se va desarrollando el proyecto.
   Uno de los temas a tratar será la interacción de la gente, conectada entre sí para intercambiar ideas, opiniones, formas de trabajar, sugerencias; donde se aprende, se comparte, se escucha, se expone, se conversa, ... En definitiva, una ciudadanía en red que avanza a la par y construye la sociedad del conocimiento. 
   Nos proponen elegir, entre los miles de internautas, al ciudadano 2.0. Txema, en su blog, lo define como "aquel capaz de aprovechar ese potencial tanto para crecer él como para ponerlo al servicio de la comunidad (...) alguien que aprovecha las redes para crear una sociedad más sostenible, más ambiental. Los que han conseguido cambiar las cosas de manera local para que repercutan de forma global" y propone a Rubén García Colsa (@rgcolsa). Desde luego, su labor es monumental. Busca acortar distancias, acercar conocimientos, facilitar relaciones, desde y para el ámbito rural (o comarcal). 
   Rubén podría ser mi elección para ciudadano 2.0, pero también podría serlo el mismo @Txemacg. Él es ambientólogo (y @ambientologos), fue uno de los que me tuvo paciencia cuando lancé mis primeros tweets (sí, también el infaltable "Estoy aprendiendo como funciona Twitter"), se maneja por el Social Media como pez en el agua... Definitivamente, si yo pienso en 2.0, pienso en Txema.
   Otros nombres que se me vinieron a la cabeza cuando escuché la iniciativa fueron @Roberto_R_R, por su carisma, su capacidad comunicativa, organizativa, por lo mucho que transmite o @CejudoJavier, por permitirnos entrar, con fluidez, facilidad e inmediatez, al #CONAMA10 con su "streaming sin vídeo".
   Sin embargo, quien me haya leído alguna que otra vez por Twitter sabrá que mi voto, incondicional, pero también razonado, es para Santiago. Tal vez no sea objetiva, porque para mí es casi un semidios (si fuera argentino, sería dios completo, está claro, jajajaa). Sabe de Social Media, sabe cómo sacarle partido a esas herramientas (no me voy a olvidar nunca cuando me propuso, después de intercambiar dos tweets, que colaboráramos para hacer la comunicación para Conama), pero también sabe de personas, de cuidarlas, de guiarlas, de acompañarlas y de dejarse acompañar. 
   Para mí, 2.0 es compartir, colaborar, escuchar, construir, imaginar, soñar, interaccionar, conversar, sentarse a tomar un café o salir a dar una vuelta por la sierra, aprender, planear e improvisar. 2.0 es ser profesional, pero también humano y cercano. 2.0 es sacarle partido a todos los recursos al alcance, con una facilidad tal que pareciera que se hace por sí solo. 2.0 es @molcru.

15 de octubre de 2010

¿De verdad?

   Hace un tiempo me compré una bici, como ya conté en otro post. Como decía, la idea era tenerla para usarla para ir al curro en ella. Ideal para el verano y su jornada reducida, pero no tanto para esta época con atardeceres tan tempranos. Sin embargo, los viernes salgo a las tres, así que hoy me atreví: me desperté media hora antes, comprobé que las ruedas estuvieran infladas (increíblemente, ¡lo estaban!), metí bomba, cámara, parches (con la trayectoria que llevo, son elementos fundamentales) y p'allá que me fui.
   La verdad es que me encantó. No hacía ni frío ni calor, no había muchos coches, el sol empezaba a inundar el campo y, además, era cuesta abajo. Aún así, tardé media hora en llegar.
De vez en cuando me asomaba al almacén y veía incrédula a mi bici, ¡lo había logrado!
   Sabía que la vuelta sería más complicada. Lo que no sabía es que además iba a tener que lidiar con el viento en contra. Total, que tardé 45 minutos en llegar a casa.
   Mientras me acercaba, con las piernas temblorosas después de 18 kilómetros de bici (9 de ida y otros tantos de vuelta), vi que había unos hombres, de traje, tocando insistentemente todos los timbres. Comerciales. Entraron antes que yo y cuando estaba abriendo, sosteniendo la bici en una mano, mi alma en la otra y haciendo malabarismo para abrir, me abren desde dentro. 
   - ¿Vives aquí? - En ese momento, hablar de "vivir" era bastante optimista, dado mi lamentable estado.
   - Sí -, logro articular.
   - ¿Tienes teléfono e internet en casa?
   Mi única reacción fue quedarme mirándolo. ¿Qué? ¿De verdad este buen hombre, que aún sostenía la puerta abierta para que yo pudiera subir las tres plantas con mi bici a cuestas, me estaba intentando vender algo?
   - No, no tengo - arriesgué.
   - ¿Te interesaría tener?
   - Lo único que me interesa ahora mismo es subir a casa a descansar y a comer algo.
   - Si nos pudieras atender unos momentos...
   Quiero decir a mi favor que respeto mucho a los comerciales. Sé que es un trabajo duro, yo no lo podría hacer nunca, la gente se pone muy desagradable con ellos. Por eso siempre intento no ser descortés, los despido con educación (pero con firmeza), no les dejo la palabra en la boca... Pero no estaba yo para charlas y este muchacho no parecía dispuesto a dejarme subir.
   - Disculpa que te interrumpa, ¿pero de verdad crees que este es el mejor momento para venderme nada? Ni os molestéis en subir al último piso -.
   Cogí lo mejor que pude la bici y subí, pensando que o bien se tenía mucha fe, o bien estaba desesperado por ganar su comisión, o bien quería evitarse llamar a otra puerta o bien se había saltado la clase de psicología comercial (si es que eso existe).

8 de octubre de 2010

Como perros y gatos

Esa expresión es muy común cuando queremos decir que dos personas no se llevan bien. Pero eso es porque no conocen a Michelle y Stan. Gata ella, perro él, se pasan el día jugando, saltando, presiguiéndose, peleando como dos hermanitos pequeños que no pueden vivir el uno sin el otro.
La verdad es que Michelle lo trae frito a Stan. La otra noche, como ya empieza a hacer frío, Stan se metió bajo el edredón. Así como el Principito veía un elefante dentro de una serpiente cuando los demás veían un sombrero, ella no veía más que un bulto que se movía tentadoramente, una presa que cazar. No tardó ni dos segundos en avalanzarse sobre él y a los pocos instantes ya estaban los dos corriendo por todo el piso. Son pa verlos. Otras v
eces es Stan quien empieza, quien la busca, quien le ladra en posición "Venga, juguemos, que me aburro", con el culito levantado y las patas delanteras en el suelo. 
Cuando me lo llevo a Stan a casa de Tomy, y no se ven en todo el fin de semana, Michelle, que me adora, me regaña con sus lastimeros miiaaaaaaaauuuuus porque la dejé sin su compañero. Claro que se le pasa enseguida, demasiado contenta como para no subirse al lomo de Stan de un salto.
También duermen juntos. Espalda con espalda, o Michi apoyando su cabeza en una patita de Stan.
Adoro a mis animalitos. ¿Se nota? Jejejejeje.
Pero no es solo eso. También es que hoy estamos en los blogs hablando de convivencia. Y digo yo, ¿no podríamos llevarnos todos como estos perro y gato?

29 de septiembre de 2010

Y al fin llegó el 29S...

   29S. Mi primer huelga general como trabajadora. Trabajo en un polígono industrial y la verdad es que tengo un poco de miedito. Se habla que va a haber "piquetes informativos". Para mí los piquetes son los que veía en la tele en Argentina: "señores" con pañuelos para que no se los reconozca, en medio de una nube de humo negro causada por los neumáticos quemados de su alrededor; gente que como quieras pasar (para ir al trabajo o a cualquier otro lado) te rompen el coche... 
   Mi jefe ayer hablaba de atascos. ¿A eso únicamente nos exponemos? Los atascos no me dan miedo... Los piketeros, sí. 
   Toca bajar al perro y salir a ver que son los piquetes informativos españoles.

27 de septiembre de 2010

¡6,4!

Hace un tiempo hicimos los exámenes de septiembre (hace como mil años, en realidad; a principios de mes) y ahora ya van saliendo las notas. 
Ya tengo la de física (un asqueroso 2. Y asqueroso porque estudié, y sin haber estudiado saqué, en febrero, 3,5... Iba a decir que alguien me lo explique, pero hay cosas que no tienen explicación), la de recursos geológicos (6,5. Esperaba más, pero bueno, no está del todo mal) y la de tecnología energética (que la pusieron anoche: 5,2. Tampoco estoy contenta con la nota, esperaba cerca de un 7, pero bueno, mejor ni pensarlo). Me falta solo por conocer la de ampliación de física. Ahí espero un... Puf, digamos un 2, por ser generosas conmigo misma.
Estoy todo el tiempo dándole al F5 en la secretaría virtual para ver si salen nuevas notas (aunque descubrí que no hace falta, porque se recarga solita cada poco tiempo, pero la impaciencia me puede). La secuencia fue:
F5.
Nota nueva.
6,4.
Parada cardio-respiratoria.
Técnicas de autocontrol con el último aliento que me quedaba en el cuerpo.
Miro nuevamente: 6,4.
F5 (por si es un error).
Perdura, 6,4.
Boqueo. Me rasco los ojos. Me lo empiezo a creer: ¿6,4 en ampliación de física!
Sigo mirando. Nombre del profesor: Vicenta Mu... Ooooooooooh, ya entiendo. Estaba también pendiente de dos notas de dos trabajos que hice para otras dos asignaturas. 6,4 es la nota definitiva de Aguas y suelos. Ahora me cuadra más.
En fin, fue bonito mientras duró.

23 de septiembre de 2010

El avatar de Twitter

   Bueno, esto será una mini entrada, porque en realidad iba a ser un tweet, pero necesitaba más de 140 caracteres.
   Y es que me llama la atención la importancia que le damos al avatar de Twitter. La verdad que eso y la bio es lo único que podemos conocer, a priori, de una persona, así que, bien pensado, es normal que sea algo bastante reseñable, ¡pero no me imaginé que tanto!
   No sabría decir cual fue mi primer avatar, se pierde en la bruma de los tiempos (joer, es que cuatro meses son muchos para que me acuerde de eso, jajajaja). 
   Con el que me conoció casi todo el mundo fue con este, con mi querida y robada Pentax. Y mi querido y perdido anillo del dedo, aunque no lo vea más que yo, jajaja. Bueno, lo que digo es que, con este avatar, me convertí en fotera. Obviamente me gusta la fotografía, me encanta, pero no sé nada de foto. Claro que si pongo esta imagen, normal que uno se crea que estoy todo el día disparando por ahí. Ains, ¡qué más quisiera!

   Un día llegó @cosechadel66 con su juego de cambiarnos por actores de cine de pelis clásicas. Como mi querido @Javier_Hdez siempre me dice (decía, snif) princesa, me puse a Sissí Emperatriz, pero cuando el juego acabó, decidí aprovechar para cambiar mi look.

   Y el nuevo look fue este otro, con el que pasé a ser una chica simpática, sonriente, de #wenrolling y agradable. Cosas que, como en el caso anterior, soy, ¿¡quién osa dudar!? (jajajaja), pero como que yo tampoco me veo tan ultramegasúpermajísima como parecía percibirse. Eso sí, ¡molaba un huevo!, muchos tweets eran sobre mi sonrisa. Oh, que momentos más bonitos. Y que engañaos que los tenía a mis queridos followers, jajajajaa (PD: un besito pa ustedes, claro).

   Y ahora, tras otro juego (#avatarburton, pero parece que no cuajó mucho), me puse... Cha chan, cha chaaaaaaaaan... El que mejor me define, yo creo. De los que he tenido, creo que me voy a quedar una buena temporada con él, porque como estoy fatal de lo mío, ¿qué mejor que plasmarlo en una de las partes que mira más un tweep? Con ustedes, mi nuevo avatar:
    Ahora me falta por comprobar, porque la verdad es que no me suelo fijar, si a mí también el avatar de alguien me dice tanto de la persona/personalidad que hay detrás.

16 de septiembre de 2010

¿Soy gafe?

Jajajajajajaa, ¡no puedo empezar esta historia de otra manera, más que riéndome! Jajajajajajajaaa.
Por deferencia a mis paisanos del sur, gafe es yeta. Y es que, últimamente, ¡¡¡estoy muy yeta!!!
No sé que tan atrás remontarme. No mucho, porque mi memoria es malísima, pero es que tan solo relatando los últimos acontecimientos... 
Hace rato que quiero comprarme una bici. Una bici de montaña, para andar por el monte y para hacer el trayecto casa-trabajo-casa en dos ruedas. Pero, claro, soy bajita. Y en el Decathlon no tenían bicis para enanas, así que me tuve que aguantar hasta el sábado. Porque el sábado fuimos y ¡había una bici talla S! Joder, ¡qué alegrón! No dudé mucho en comprarla, a pesar de que era 100 euros más cara de lo que tenía pensado. Me compré el casco, un bidón y una maletita para colgar del manubrio, porque en el cuadro no entra el bidón (sin comentarios). 
Mi querida Rockrider 6.3
Bueno, pero que yo salía muy contenta con mi bici, y con unas ganas locas de estrenarla. El domingo lo convencí a Tomy de que me llevar a a probarla. Que sí, que a las dos estamos de vuelta para ver la carrera, de verdad, que ya sé que es la primera vez que sale Alonso de la pole y sí, la vemos. Damos una vuelta cortita y nos volvemos. No mentía. La vuelta fue corta. En distancia. No llegamos ni a los ocho kilómetros, porque de repente le digo "No sé porque, me noto muy inestable" y su respuesta fue "¿Será porque tenés la rueda delantera pinchada?". Lo mismo sí. ¡O lo mismo era porque la trasera también estaba pinchada! Menos mal que él no es tan improvisado como yo y tenía parches, pegamento, bomba y esas cosas tan imprescindibles para salir en bici al campo. Yo lo único que llevaba era la cámara. Por no llevar, no llevaba ni el bidón de agua, jajajajajaa. 
Desmontamos rueda delantera. Encontramos y reparamos (repara) dos pinchazos. Desmontamos la trasera (joder, es complicado, ¿eh?), un pinchazo. Reparado. La sombra del árbol bajo el cual nos habíamos cobijado nos indicaba que las horas pasaban y que seguíamos en el mismo sitio. Y pasaban horas enteras porque, al montar la rueda trasera, nos dimos cuenta que la delantera estaba nuevamente desinflada. Vuelta a desmontar (¡la había revisado dos veces y no había encontrado otro pinchazo!), arreglamos un tercero. Y fue ahí cuando vimos que la delantera de su bici también estaba pinchada. Lo suyo fue más rápido: cambio de cámara (dado que ya había consumido casi todos sus parches). Pero todavía no nos íbamos. ¡Mi rueda trasera comenzaba a desinflarse! De a muy poquito, pero con paso firme. Ni caso. A inflarla a cada rato de camino a casa (la vuelta la hicimos por otro lado y solo distaba 2km), que eran más de la una. Me la infla a conciencia, y tiro. Tiro sin casco. Me lo había sacado y lo había dejado en un árbol. Jajajajajaa. El pobre tuvo que volver a buscarlo. Pero bueno, no pasaba nada, llegamos a ver a Alonso ganar la carrera de Monza.
Después de comer revisamos las cámaras. Resultado: 4 pinchazos la de adelante, 2 la de atrás. Reparado. Me la llevo a casa, parece que todo bien. En la semana podría usarla.
El lunes quedé con Santás. Nos tomamos una tarta de chocolate y una tarrina de helado a la salud de Mireia, ¡que ya es licenciada!!! Enhorabuena, por cierto.
El martes tenía que entregar un trabajo para la facultad. Lo tenía medio hecho, pero tenía que echarle parte de la tarde, así que el salir iba a estar complicado, aunque lo intentaría con todas mis fuerzas. Pero yo no contaba con que soy idiota. 
En realidad, fue muy gracioso. Llego el martes temprano a la ofi, para ir adelantando con la memoria. Abro los cursos virtuales y veo que el pinchito que indica que hay que entregar un trabajo no estaba. Me extrañó muchísimo, ¡si el plazo todavía no había vencido! Coño, que hasta el 13 podía entregarlo. Busco en los foros. Me lo confirman. Hasta el 13 hay tiempo. Y si hasta el 13 había tiempo, ¿por qué el martes estaba ya deshabilitado? Un rápido vistazo al calendario me hizo darme cuenta... El 13 había sido el lunes. Y yo, toda convencida de que tenía que entregarlo el martes... Llamo a la profesora, le cuento mi idiotez y me dijo que vale, que lo podía entregar el martes. Así lo hice, pero como a las ocho de la tarde. Ergo, me quedé sin paseo en bici.
El miércoles quise ir a dar una vuelta... Esta vez sí. Me cambié de ropa, me puse mi casco, llené el bidón de agua, ignoré a Stan que me miraba con cara de "sacame a pasear"... ¡Pero la rueda delantera estaba pinchada! Así que, a la tienda de bicis.
La tienda de bicis del pueblo es tienda de deportes. Tienen unas pocas bicis, pero también zapatillas, mochilas, y demás. Yo no iba muy confiada en que fueran a tener cámaras, kit de reparación y bomba de inflado. Así que, mientras hablaba con Santás por teléfono, me dije "que le den a la bici, me voy a comprar una napolitana de chocolate y me voy a quedar más a gusto que ná". Paso por la puerta de la panadería, ¡y estaba cerrada por vacaciones! Vale, me quedo sin napolitana. 
Vista la racha que llevaba, casi ni me acerco a la tienda de bicis. Hice bien en hacerlo (aunque me clavaron), porque compré de todo. Y hoy, cuando fui a casa, cambié la cámara (como cuando llegue esté pinchada, tiro la bici) y la dejé preparada para dar una vuelta esta tarde. Vuelta que se truncará, porque si bien esta mañana estuvo lloviendo, al mediodía hacía sol. Y ahora caen chuzos de punta. Así que, creo que hoy no tocará bici.
Pero eso no es todo. Llego a la oficina después de "comer" (malcomer sería más realista) y me siento a pasar pedidos y tal. Afuera había alguien armando un jaleo espantoso. No. Alto. Esperen... No era afuera. Era en el rack. Un ruido como de aspiradora. Llamo al soporte técnico. El móvil apagado y el de la oficina, no lo cogen. Lo llamo a Tomy. Muy razonablemente me dice que vaya apagando todo hasta encontrar lo que hace el ruido. Pero no hizo falta. Era la CPU del servidor. Por alguna extraña razón, el ventilador giraba a toda leche, parecía que fuera a despegar de un momento a otro. Era algo tan ruidoso, que me dije "voy a grabar un vídeo y mandárselo a Santás, que ayer me decía que era gafe". Le doy al botón del móvil... Y se apaga. Lo intento otra vez. Que no, que no había caso, que se me moría el móvil. Al final, apagué el servidor, lo dejé un rato pensándoselo y ahora ya va bien otra vez.

Espero que ya no pase más nada... ¡Pero es que es muy gracioso (a mí me hace gracia, al menos) todo lo que está pasando! 

28 de agosto de 2010

Soy Aries

   Jajajajajaa, así rezaba una página de Facebook. Y me llamó la atención, así que me metí a leer.
   Siempre me causan gracia estas cosas. Porque las leo y me siento identificada con muchas. Les copio lo que pone. ¿Me reconocen en alguna cosa en concreto? ¿Creen que erraron mucho?



Cómo es el signo Aries?
El signo Aries es un pionero y como tal va por un camino que nadie ha pisado. No le interesa tanto el destino de ese camino como la dirección que toma. El signo Aries tiene necesidad y capacidad de actuar, pero no porque su acción tenga un sentido concreto. Responde al principio de aportar su energía hacia el exterior, energía primaria, la finalidad de la cual responde a un impulso del ego. Y como responde a un impulso, no tiene gran resistencia o paciencia, pero sí tiene capacidad de lucha y de enfrentamiento con los demás. Es un signo de fuego y cardinal, su decisión es independiente de aquellos que le rodean porque busca dejar clara su identidad.

El signo Aries se siente capaz de empezar algo con acción rápida y valiente, y acabarla por sí mismo. Es genuino, intenta ser él mismo en todo lo que hace, esto le confiere gran fidelidad a sí mismo. En este signo existe la dificultad de adaptarse al otro y la necesidad de enfrentarse para obtener éxitos y conquistas.

El planeta regente de Aries, Marte, le da naturaleza luchadora que a veces le hace sobrepasar la meta y correr hacia el peligro sin preocuparse por las consecuencias.
Expresión negativa y desarrollo del signo Aries

Aries al desear imponer sus deseos no tiene en cuenta a las otras personas. La crisis de transformación se da cuando es rechazado por el tú y se ve obligado a tener en cuenta las necesidades de los demás y considerar su opinión. Entonces, al reconocerlo, puede controlar su naturaleza impulsiva; y, por lo tanto, pensar antes de actuar. La cualidad del signo Aries nos indica todo aquello que necesitamos poseer al comienzo de una acción, de un propósito, de la consecución de algo.

Resumen de las cualidades del signo Aries
Vitalidad, goce de vivir, emprender cosas nuevas, no reflexión sobre lo que hay que hacer, acción rápida y decidida. Pionero. Autoafirmación. Fuertes deseos. Intuición. Atrevido. Espontáneo. Dinámico.

El signo Aries en el trabajo
Este arquetipo necesita poder desplegar su fuerza e iniciativa en cualquier sector de la vida; por lo tanto, en lo laboral necesita autonomía y poder auto realizarse sin barreras. Aunque los retos le van muy bien y lo estimulan para avanzar.

Le cuesta trabajar en equipo, sobre todo si no es él le que lleva la batuta. Pero también es una persona directa y generosa que en todo lo que hace da lo mejor de sí mismo. Puede aportar entusiasmo a cualquier que esté a su lado. Y le va mejor empezar una empresa, otros tendrán que ocuparse de los detalles o de el seguimiento del proyecto.

El signo Aries en las relaciones
A las personas sensibles la forma de relacionarse de este signo les puede hasta asustar. Pero se puede confiar en su forma directa de comportarse. Con el tiempo y los fracasos va aprendiendo a dejar sitio a los demás y sobre todo que las demás personas no son tan impulsivas como él. Para el signo Aries querer es poder y en las relaciones esta forma de comportamiento le suele crear problemas.

Planetas en el signo Aries
Cualquier planeta en Aries toma sus cualidades. Por ejemplo, la Luna, capacidad de contacto y empatía, contactará de forma rápida y directa. Mercurio, comunicación y aprendizaje, hablará rápido y poco detalladamente. Marte, la capacidad de lucha, no tendrá miedo a nada y siempre estará dispuesto a moverse.

27 de agosto de 2010

Una mañana cualquiera

   El despertador interrumpe con su insistente musiquilla, despertándonos a todos los habitantes de mi habitación. 
   La que más rápido reacciona es Michelle. A la par que me estiro para apagarlo, ella salta sobre mi pie y así comenzamos la jornada, ella cazando y yo disfrutando con su juego. Stan suele ponerse a resguardo de tanta actividad, y se tumba a mi lado, con la cabeza apoyada en la otra almohada. Pero su tranquilidad no dura; no puede durar porque según los primeros rayos de sol comienzan a trepar por mis paredes, por mi cama, por mis puzzles, Michelle decide que mi pie es muy aburrido y que se lo pasa mejor acechando a Stan y enzarzándose en una lucha a vida o muerte que acaba con los dos corriendo por toda la casa.
   Hora de levantarse. Ya pasaron entre quince y veinte minutos y el cielo está teñido de rosa en esta época del año. Yo tengo aún las legañas pegadas y Stan está harto de Michelle, así que bajamos a la calle a que nos de el aire. 
   Debe ser que me levanto antes que mis vecinos, porque Guadarrama está silenciosa, vacía de humanos pero llena de naturaleza. Mirlos, estorninos, cigüeñas (ahora no, pero haberlas haylas), milanos, cernícalos, vacas, gallinas... Gatos que nos miran indiferentes, perros con los que Stan quiere jugar o pelear, según sea el caso. A la vuelta del recorrido sí que nos vamos dando cuenta de que existen personas en el pueblo. Personas que se duchan, que se encienden la tele, que se preparan para ir a trabajar, que van con paso corto y apresurado a coger el bus. Pero mi persona favorita de mi paseo matutino es el panadero. O panadera, no lo sé. Cuando el viento es favorable, llega hasta nosotros el olor del pan recién horneado y de los bollos, inundándolo todo e invitando a un abundante desayuno.
   Otras mañanas, como la de hoy, la luna, tozuda en su competencia contra el sol, se mantiene desafiante en el cielo, iluminando con tanta intesidad que es imposible fijar la vista en ella. El resto de estrellas se desvanecen ante el poderío solar, pero ella, elegante y firme, no se deja amedrentar. Sabe que tiene las de perder, pero estoy segura que aún al mediodía, si alzo la cabeza, me la encontraré vigilando y esperando su momento para volver a triunfar.
   Me deleito con todas estas pequeñas cositas mientras sigo a Stan. Él decide si vamos para La Torre, si vamos para abajo o si vamos para el río. Yo me dejo llevar, porque esos minutos no son míos y no tengo derecho sobre ellos. Él lo sabe. Por eso va con ese paso tan decidido. Por eso va tan concentrado en sus cosas, en sus olores, en sus rastros, haciendo caso omiso de mi presencia. Huele acá, huele allá, marca aquel árbol, intenta comerse la comida que una señora le deja a los gatos callejeros (ahí sí que intervengo, que eso no es para él), ladra al señor de la esquina que está fumándose un cigarrillo mientras espera a alguien, se acerca cauteloso al husky y con más entusiasmo a la labrador; se tumba en el suelo, se revuelca en la hierba... Yo creo que a él también le gustan esos paseos. Pero es hora de volver a casa, me tengo que ir al curro. Reclamo el mando. Él, a regañadientes, me lo cede.
   Subimos y nos encontramos a Michelle, que está deseando que me meta en la ducha para meterse conmigo. O, cuando no toca ducha, que me lave los dientes para meterse en la pila y morder ese hilito de agua tan escurridizo. Como yo, se aburre rápido de las cosas, así que se sube a mi hombro para explorar la estantería de las toallas. Ahí la dejo, mientras me acerco a la habitación para coger el móvil y salir pitando. Debe ser que tengo dos gatas negras iguales, porque la Michelle que estaba sobre las toallas dos minutos atrás, está ahora en mi mesa del puzzle. Stan, ajeno a todo esto, está tumbado en la puerta de la cocina, esperando que le dé un queso de Burgos o una lata de atún para desayunar. Lo hago ya en un suspiro, cojo las llaves del coche y bajo corriendo las escaleras.
   La mañana, esa horita que comparto con mis animalejos, es el momento más feliz del día.

25 de agosto de 2010

¡Indecisión!

   ¿Cojo por sorpresa a alguien a estas alturas si digo que soy muy indecisa? No, yo creo que no. 
   La indecisión de hoy viene marcada por los exámenes que empiezan (glups) la semana que viene. Tengo que hacer cuatro exámenes: el viernes 03/09, cotizadísimo con su Física I a las 9:00, Física II a las 16:00 y Tecnología energética a las 16:00. Recursos geológicos es el sábado a las 11:30. Y lo que me genera tantas dudas es la coincidencia de Física II con Tecnología energética. No se pueden hacer dos exámenes a la vez, por lo que existe un día de reserva para estos casos. Sería el jueves 09/09 por la mañana. 
   A veces pienso "Me presento a tecnología el viernes, y así tengo una semana más para estudiar física", pero después, como ya me voy conociendo algo (tampoco mucho, pero algo sí), me enfrento con la triste realidad de mi cansancio. Estoy jartita ya de estudiar, y sé que el sábado (ni el domingo ni el lunes) voy a estudiar nada, entonces me digo "hago física el viernes, así me dejo tecnología, que es de leer y menos complicada, para el jueves". Pero, claro, si no volviera al "hago tecnología el viernes", el círculo no se cerraría y no estaría escribiendo que soy una indecisa.
   Alguno pensará: Hacé (o "haz", depende) primero la que lleves mejor. Error. A estas alturas, estoy en todas más o menos igual. Ya toca el último repaso, así que, no, no me sirve eso para decidir.
   Otro pensará: ¿Todavía no lo tiene claro?!?!?!?!?! ¿Cómo se puede preparar un examen sin saber si te presentás dentro de una semana o de dos? Y con ese coincidiré en parte, porque la verdad es que soy un desastre, ya debería saberlo... ¡Pero es que no me decido!
   ¿Qué haré al final? No lo sé, ¡no lo sé! Creo que no lo voy a saber hasta el fatídico momento en que entre en cortocircuito ante la pregunta de quien entrega los exámenes: ¿Vienes a Física II o a Tecnología energética?

23 de agosto de 2010

Quiero

Quiero que @LuciBuscaCasa consiga su objetivo antes de fin de año.
Quiero aprobar física el 03/09/2010!
Quiero acabar la carrera el curso que viene (para lo que antes tendré que haber cumplido el punto anterior).
Quiero hacer pis, ahora vengo.


Quiero un smartphone.
Y/o un portátil (idealmente, le funcionará también la "e", y no como el que tengo ahora, que lleva sin furular dos semanas, el pobre).
Y/o un camarón de esos que dejan a la gente con la boca abierta.
Y, ya puestas, aprender a sacarle el máximo provecho al smartphone/portátil/camarón.
Quiero dejar de tener el impulso de llamar a la Caqui cada vez que voy llegando a casa.
Quiero demostrarle a Cachito que se equivocaba cuando decía que los grupos de amigos me duran tres años (lo lograré, ya verás).
Quiero vivir metida en un laboratorio, con el delantal blanco que ya soñaba hace 12 años.
Quiero hacer divulgación científica.
Quiero seguir sorprendiéndome con la gente.
Quiero que mis papás y mi hermano se sientan tan orgullosos de mí como lo estoy yo de ellos.
¡Quiero viajar a Noruega! Y ver la aurora boreal y el sol de medianoche.
Ah, y a Islandia también.
Y a Ushuaia, por soñar... 
Quiero aprender euskera.
Quiero perfeccionar el català.
Quiero no perder (aún más) el inglés.
Quiero ver Origen y Toy Story 3. Y Océanos.
Quiero seguir riéndome de tonterías.
Quiero irme a comer, que es lo que voy a hacer ahora mismo.


Esto quiero. Y más, pero que ahora se me olvida o que es demasiado íntimo para colgarlo acá. Y, parafraseando a Fito Páez, yo quiero y con eso basta. Así que, ya iré contando cuando lo vaya consiguiendo.

17 de agosto de 2010

Más que nunca, ¡mi coche hoy es azul LUCÍA!

    Entrada fugaz para compartir que ¡MI COCHE YA ES MÍO!!!
    Cuando Ale se fue a Andalucía después de estar en Madrid unos meses, me quedé sin coche. El Clio era suyo, dado que sus papás habían puesto una entrada importante y llevábamos poco tiempo pagándolo juntos, así que se lo llevó para abajo. Yo estaba encoñada con un C3 (color azul Lucía, como no podía ser de otra manera), así que me lo compré (de segunda mano; bueno, de Km 0, con unos 2000 km en su haber). Y hoy, el glorioso 17 de agosto de 2010, ¡lo terminé de pagar! Me quedaban unos meses para acabar el crédito, pero tiré la casa por la ventana y gasté mis (siempre escasos) ahorros en cancelar el crédito.
    Ahora mismo, estoy libre de deudas. No le debo un céntimo a nadie. ¿Existe acaso algo mejor en el universo?!!?!?!?!!?!?!

De cómo llegué a España

    Sé que llegué a España apenas unos días antes de cumplir 21 años. O sea, el veintipico de marzo de 2001. Me acuerdo que vine con mi papá y con Cris. Y que llegamos a Barcelona, donde mi papá tiene primos; que viajamos a Girona, a casa de otro de sus primos, antes de instalarnos en Dalt Vila, en lo alto del puerto de Ibiza (y fue ahí porque mi papá tiene a su prima Neus).
    También me acuerdo que llevaba año y pico viviendo en Rosario cuando recibí las "órdenes de equipo" que me traían a España. Y que pensé que, dado que mi papá tenía mucha familia en Catalunya, lo más seguro es que acabara rodeada de catalanoparlantes y, por tanto, aprender català era algo fundamental ("Hola, soc la Llúcia. Tinc trenta anys i soc estudiant de ciències ambientals". "Disculpi, Sr. Conill, em podría indicar el camí a l'estació de tren? Moltes gràcies". No sé el affair que tendría nuestra profesora con el Sr. Conill, pero salía siempre). Estuve cuatro o seis meses aprendiendo, más un par que pasé en Témperley con mi familia antes de venirme, así que imagino que sería en 2000 cuando se decidió que yo era la persona idónea para ver, de primera mano, si nos convenía mudarnos a otro hemisferio. Mi papá hacía el viaje de regreso, 50 años después, al Viejo Continente, aunque, por esta vez, durante unas pocas semanas.
    También me acuerdo que, al principio, yo no quería saber nada con venir a España. Si bien mi entusiasmo por lo nuevo, por lo desconocido, por la aventura; mi independencia y culoinquietidad ya eran un rasgo destacado de mi personalidad, yo estaba muy ricamente en Rosario, con mis amigos, con Cris, con mi piso de alquiler (alquiler pagado religiosamente todos los meses por mis papás), con mis estudios de biotecnología... Yo estaba bien así; ¿qué se me había perdido a mí en España? Después de muchas idas y venidas, al fin estaba saliendo con Cristian, y no quería dejarlo. Mi mamá lo entendió a la perfección y me dijo "Preguntale a Cris si se quiere ir con vos; nosotros le pagamos el billete". Cris ni lo dudó. Por eso, también me acuerdo de estar en una de las islas del Paraná con Mauro, tomando sol, y decirle: "En tres meses voy a estar tomando el sol en Ibiza", reconciliada e ilusionada ya con la idea del fly away.
    Pero, por mucho que lo intento, no logro acordarme del momento exacto en que decidimos que yo, con mis casi 21 años, me iba a cruzar medio mundo para terminar viviendo, durante siete meses, en una calita de las Pitiüses, con el novio importado, el perro adoptado y el curro justo debajo de casa. Que yo, con mis casi 21 años, tenía que decidir si España era mejor que Argentina para vivir. Que yo, con mis casi 21 años, iba a presenciar, desde la distancia y casi como si fuera una película en la que yo solo era espectadora, el Corralito, a De la Rúa huyendo de la Casa Rosada en helicóptero, a mis papás y hermano relatándome el miedo que se pasaba por las noches en mi Témperley natal. Que yo, con mis casi 21 años, iba a dejar mi vida acomodada de señorita medio pudiente para llegar a ser lo que soy hoy: una mujer con muchos recursos, independiente hasta rozar el desapego, cabezota e impulsiva en grado extremo, ...
    Estoy a gusto con lo que soy. Así que, no sé cómo fue que terminé en España, pero estoy feliz de que así haya sido.

9 de agosto de 2010

El increíble caso del gato acuático

    En realidad, debería empezar por el principio y el principio fue, sin duda, septiembre del año pasado. Pero no, no voy a empezar por ahí, sino un poco más adelante, porque cómo llegó a ser esa llorona gatita negra nuestra Michelle es para otro post.
    A Micky desde chica le gustó mucho el agua. Me acuerdo las primeras semanas, cuando era imposible poner un vaso en la mesa sin que asomara su cabecita (que todavía le entra en el vaso, dicho sea de paso) y cuando las jarras, botellas y recipientes quedaban vacíos, de tanto que metía sus manitos y las retiraba sorprendida por mojarse. Fregar los platos tampoco era tarea sencilla, porque había que pasarse más tiempo quitándola de la pila que lavando.
    Ahora ya está un poco más tranquila, en cuanto al agua se refiere, dado que sigue estando igual de loca con todo lo demás (en pocos días se le acaba el quilibrismo, porque compramos unas redes protectoras para que no se suba más a la barandilla del balcón), pero aún hay dos cosas que no perdona: jugar con el chorro de agua cuando me lavo los dientes y pegarse a mi pecho en cuanto salgo de la ducha. Es verano, así que no me importa, y hasta me divierte, abrir la mampara y ver la pelotita negra (es diminuta mi Michi. Tiene ya un añito pero sigue igual de delgada y patilarga como cuando la encontramos), estirándose, como diciendo "uf, al fin ésta abrió la ducha" y venir a lanzarse, con un recriminatorio miau, a mis brazos. A mí apenas me da tiempo a envolverme con la toalla y ella se queda mirándolo todo, con sus ojazos amarillos, observando cada gota que me cae del pelo, los últimos estertores de la alcachofa, el desagüe tragándose el agua entre remolinos... Si por ella fuera, no me cabe la menor duda de que se quedaría todo el día en su atalaya, refrescándose y observando. A veces la termino bajando, pero es que me encanta tenerla encima, y postergo ese momento cuanto puedo.
    Me gusta que juegue con el agua, pero ¿no se supone que a los gatos no les gusta el agua?

6 de agosto de 2010

¿Complejos por estudiar en la UNED?

   Ayer me desperté y, como todos los días, me metí en internet. Mi Twitter estaba lleno de retuits de una noticia: La educación 'online' pierde complejos. Y yo, estudiante desde hace años de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) me pregunté: "¿qué complejos?". 
   La universidad no presencial no solo no debería tener complejos, sino que debería sentirse muy orgullosa de sus estudiantes. Hay excepciones, claro, pero la mayoría son currantes que quieren mejorar su formación y, generalmente, lo hacen por una cuestión personal más que laboral o profesional. 
   La calidad de los contenidos, de los planes de estudios, de los profesores y estudiantes que la conforman no tienen nada que envidiarle a las universidades presenciales. Es verdad que se echa de menos el calor y la camadería que existe en cualquier clase, en cualquier cafetería de los claustros habituales. Para nosotros es algo más complicado conocer a compañeros y profesores (y eso en Madrid, ya ni hablar en otros lugares, tales como Málaga, donde estudié un año); pero también es verdad que los lazos que se consiguen en una universidad como la UNED son fuertes y duraderos porque, justamente por aquello de sentirse tan solo, cuando encontramos a alguien de nuestra carrera, cuando tenemos la suerte de cruzarnos con personas, mayores y menores que nosotros mismos, con las mismas inquietudes y los mismos desafíos, no los dejamos ir muy fácilmente.
   Yo solo estudié dos años en universidades presenciales. Fue en la Universidad de Buenos Aires un año, haciendo el CBC, allá por 1998, y no tengo ni el teléfono ni el email (ni el recuerdo) de un solo compañero o profesor. Después hice un año en la Universidad de Rosario, el primer curso de la licenciatura en biotecnología. De esta etapa sí tengo recuerdos, conocidos y amigos con quienes trato más o menos habitualmente. Imagino que es lógico, pero es en la UNED donde encontré más personas afines. Como digo, soy estudiante desde hace años de la UNED, y en estos cinco años he conocido gente maravillosa, profesional como la copa de un pino, y cercana como la que más. Y hablo de compañeros, profesores, tutores, coordinadores, vicedecanos... Así que, complejos por las relaciones sociales y personales, no puede ser.
   ¿Complejo entonces tal vez por la calidad de la enseñanza? Vale, soy imparcial, pero creo que el haberse sacado una carrera a distancia (u 'online') implica una voluntad, una organización y una perseverancia que no admite ningún tipo de complejos. Quien estudia a distancia tiene un interés real en esa formación, no me imagino a alguien estudiando a distancia porque sus papás lo obligan. Y eso debe ser un valor añadido que ofrece la universidad no presencial.
   Por eso yo, estudiante desde hace años de la UNED me sigo preguntando: "¿qué complejos?".

28 de julio de 2010

Madre solo hay una (y ¿para qué queremos más?)

Sucedió ahora mismo. Os sitúo. Ella con el ordenador de sobremesa en el cuarto del idem, yo en mi habitación terminando de cotillear con el portátil Facebook y Twitter y juntando fuerzas para ponerme con física. Se la oye preguntar desde la otra punta de la casa:
M: Lucía, ¿se fue la luz?
L: No sé.
M: Pero sí, se acaba de ir la luz, ¿no?
L: No sé, mami.
M: ¿Pero vos tenés luz?
L: Mami, no sé si hay luz, perá que me fijo.
M (utilizando su lógica aplastante de madre): ¿No estás con tu ordenador acaso?
L: Es un portátil, mami... 
M: ¿Y? ¿No usa luz?
L (ignorando la última pregunta y mirando el piloto encendido de la tele): Sí, mami, yo tengo luz.
M (acercándose con su pata coja): En mi ordenador no hay luz, se apagó de repente, ¿te podés fijar?
L (yendo al cuarto del ordenador): Mami, tenés la luz del baño encendida, no puede no haber luz.
M: Es que no sé, se apagó de repente, ¿eso es posible?
L: No solo es posible, sino que además es raro que no haya pasado antes. ¿No se te quemó el año pasado una fuente de alimentación por tener el ordenador las 24 horas del día encendido? No podés dejarlo encendido durante meses, de vez en cuando tenés que apagarlo.

Aún así, me fijo a ver si funciona. Le doy al botón de encendido. Arranca sin inconvenientes.
L: Mami, ¿no probaste encenderlo?
M: No, como se apagó solo de repente...

Claro, cuando las cosas se apagan, no hay que volver a encenderlas...

21 de julio de 2010

Les Invalides

   Oh, París, con sus luces, sus paseos por el Sena, sus museos y cafecitos en terrazas, su Hôtel des Invalides... 

   Pero no, esta entrada no va sobre Francia, sino sobre mi madre.
   Y es que ayer, mientras yo estaba tan ricamente en casa a las cuatro y media de la tarde, me llamó mi mamá diciendo que se había caído a la mañana yendo para la oficina y que le dolía mucho la pierna, que la fuera a buscar. A regañadientes (¿para qué engañarnos?), me subí al sauna que era mi coche y recorrí los 50 km que separan mi casa de su trabajo. La vi bajar, cogida del brazo de Gema, como una ancianita, pasito a pasito, recorriendo 3 cm cada vez que movía una pierna. Las tres nos reímos, era muy graciosa la situación, verla avanzar penosamente para subirse al coche.
   De Alcorcón directas al ambulatorio de Guadarrama. Exploración mediante, nos envían al Hospital de El Escorial, a hacerse unas radiografías. Nueva exploración:
- ¿Dónde te duele?
- Ahí, en el talón.
- ¿Acá duele?
- No, no, más arriba.
- En el tobillo entonces.
- Ah, sí, el tobillo, siempre me confundo.
- ¿Acá duele?
- No... ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH, SÍ, AHÍ SÍ QUE DUELE!!!
- Vale, te vamos a hacer unas radiografías a ver qué vemos.
   Y en la radiografía se veía que había una "probable" fractura de peroné. Claro que para cuando lo supimos, ya no bromeábamos como hasta entonces (yo le decía que la iban a escayolar y no podría volver a la pisci en todo el verano; que la saludaría nadando mientras ella miraba desde el balcón).
   La saqué en sillas de ruedas del hospital, con su pata escayolada hasta la rodilla (obviamente, hay registro gráfico de esta situación), nos paramos en la ortopedia de Guadarrama a comprar muletas y una bolsa impermeable para que se pueda bañar y llegamos a casa. Me voy a ahorrar los comentarios escabrosos, pero fue una lucha convencerla de que no se quitara la escayola y que aprendiera a usar las muletas. La mujer es muy impaciente, y se queja más que habla (¡que ya es decir!), pero tengo mis esperanzas depositadas en que lo logrará. 
   Eso sí, no sé si seguiremos todos vivos cuando lo consiga o nos habremos matado los unos a los otros. 

8 de julio de 2010

"Pasó una desgracia"

   No me gusta contar penas por internet. No lo hago nunca. Cuando estoy mal por algo, me lo guardo para mí y para mis cercanos. Internet es el ámbito de Luli, la frívola Luli, la alegre y despreocupada Luli. Pero hoy necesito hacer esto. Para mí. Como algo terapeutico... Ojalá no tuviera que escribirlo, ojalá no tuviera que exorcizarlo.
   El 22 de mayo llevamos a Stan al veterinario porque tenía un bulto un poco raro en el culo. No parecía molestarle ni nada, pero tampoco parecía que fuera algo que tuviera que tener el animal en el culete. Después de muchas idas y venidas, le diagnosticaron una hernia perianal bilateral. Solución: operarlo. No era una operación más riesgosa que cualquier otra, pero mi mamá y yo estábamos preocupadas y pasamos unos días de incertidumbre hasta que llegó el 15 de junio y lo dejamos en la clínica.
   Al día siguiente lo recogimos. Nos dijeron que la operación había salido muy bien y nos dieron una batería de analgésicos, antibióticos, antiinflamatorios, laxantes... Total, que el miércoles 16 nuestra casa parecía un hospital. Lo llevamos a casa, y a las dos horas lo volvimos a llevar a la clínica, desesperadas por sus aullidos y sus llantos de dolor. Lo volvieron a meter en su jaula, suya hasta el viernes 18, cuando ya lloraba de mimo y de mamitis, pero no de dolor.
   Fueron unos días duros, de perseguirlo para darle los medicamentos, para darle de comer, para limpiarle herida. Días de llevarlo al veterinario para revisiones, días de controlar si comía, si no lo hacía, si hacía caca bien o no... Días volcadas, más si cabe, en Stan. Pero al fin el viernes 2 de julio recibimos el alta definitiva. Mi mamá estaba con su amiga Gema en el Romantic, el bar que queda debajo de casa, el bar reino de Caqui, donde siempre se acercaba a tomar algo con nosotros cuando estábamos en la terraza.
   Al día siguiente me fui a la casa de Tomy, porque el domingo tirábamos para Asturias. Bajé el sábado corriendo, porque habíamos dejado a Caqui durmiendo fuera, dado que la había estado llamando por la noche y no había querido subir. Así que, para compensarla, le puse una tarrina de Wiskas, y me fui para Mejorada. El domingo llegamos por la noche a Asturias, y descubrimos que en la pensión yo no tenía cobertura.
   Cuando sonó el móvil de Tomy a las siete de la mañana del lunes 5 de julio, con su pipipi incesante, me revolví en la cama, todavía me faltaba una hora para que sonara el despertador. Creí que sería de su trabajo, pero tampoco me extrañó que me dijera que me pusiera, que era mi mamá. Mi mamá tiene costumbre de llamarme cada cinco minutos para darme el parte de caca de Stan, decirme si peleó, si comió o si la miró dos veces. Así que me arrastré fuera de la cama al único lugar de toda la habitación donde había un poco de cobertura. Y entre sonidos extraños escuché "Lucía, pasó una desgracia". El segundo siguiente fue eterno. Pensé en Stan, pero lo descarté en una fracción de segundo, porque sabía, sin necesidad de que me dijera nada, que Michi se había caído por el balcón. No escuchaba bien, la conexión no era buena, pero le pregunté en un in crescendo de preocupación, dolor, sensación de pérdida... En un in crescendo de locura, le pregunté qué había pasado. No era Stan. No era Michelle. Era mi Cacatúa. Mi gata. Mi Caqui. Mi compañera, mi amiga, mi animalito que no daba nada de guerra, pero sí mucha compañía, mucho amor... Esa misma mañana un camión la había atropellado. Un camión se llevó a mi gatita, a mi gordita... Dice mi mamá que no sufrió nada, que fue instantáneo. En un momento estaba con ella esperando a que llegara el bus, y al momento siguiente estaba tirada en la carretera. Mi Caqui... Mi gordita que me lloraba por las noches para bajar, la que venía a mi encuentro al mediodía para que la subiera a casa, la que dormía entre mis piernas o en la banqueta de mi habitación. Ahora en verano le gustaba dormir en el balcón, en las sillas que tenemos fuera, con la patita estirada, o tumbada en el suelo para burlar el calor.
   Recién hoy, jueves, vuelvo a casa. Una casa donde está Stan, donde está Michelle, pero donde no está Caqui. Yo estaba muy orgullosa de mí misma porque hoy, al fin, no había llorado. Creo que todavía me queda mucho llanto. El mismo llanto que se me escapaba en medio de las ponencias del curso al que asistimos en Asturias. Con lo pudorosa que soy yo con estas cosas, me daba igual que la gente me viera con los ojos rojos e inflamados.
   Fueron tres días duros en Asturias, pero creo que lo más duro es estar acá, en la habitación donde Caqui ya no va a llenar de pelos la cama, la silla, donde ya no va a jugar con sus juguetes o donde no va a escapar más de Michelle.

29 de junio de 2010

Más redes sociales

   Después de Facebook vino Tuenti. Ésta no me acuerdo porqué la abrí. Alguien me invitó, y bueno, hay que estar en todas partes. Aunque según la abrí puse un cartelito diciendo "Estoy en Facebook" porque odio el Tuenti. Me parece lo más caótico que existe y no la reviso apenas (creo que entro solo los 29 de marzo para ver si alguien me saludó por ahí).
   Hace un par de meses, me abrí también una cuenta en Twitter. Esta sí la abro todos los días. Por lo mismo, por lo de estar en todas partes... A este paso me abriré una en LinkedIn, StumbleUpon, Menéame y MySpace...
   Ah, porque en Buzz, de Google, ya estoy también... Jajajajaa, ¡estoy hasta en la sopa!

8 de junio de 2010

Ya me vale...

   Si digo que soy un despiste andante no sorprendo a nadie a estas alturas de la vida. Pero a veces yo misma me quedo con la boca abierta viendo hasta qué extremo puedo serlo.
   Cuando yo entré en la UNED, esperábamos en la puerta del aula de examen a que la señorita de turno gritara nuestra asignatura (era divertido, porque también llamaban al resto de asignaturas de ciencias: "Alumnos de óptica de Fourier", "Macromoléculas", "Sistemas en tiempo real", "Radioisótopos", ... Tienen unos nombres muy graciosos las asignaturas de nuestra facultad. Aunque, bien pensado, ninguna es tan emocionante como las nuestras "Técnicas de investigación social para estudios medioambientales", "Clasificación y naturaleza química de los contaminantes", "Fundamentos matemáticos para el estudio del medio ambiente"). Unos años después se modernizaron (modernidad que ya existía en Málaga cuando cursé allá): la señora de voz de pito fue reemplazada por un lector de códigos de barras que con un "bip" te dice que tu examen está siendo impreso y que te sientes en la silla que está en la columna 5, fila 29 durante un máximo de dos horas. Por tanto, el carnet de estudiante, que es donde viene el código de barras, resulta imprescindible para poder demostrar los conocimientos adquiridos y ya deja de ser solo útil para conseguir descuento en la entrada del cine.
   Después de esta breve introducción, voy a lo que voy: ayer hice dos exámenes (tecnología energética y ampliación de física. Espero aprobar la primera y divertirme mucho este verano con la segunda). Iba con mi mochila, dado que llevé el portátil para estudiar entre medias, y según salía del examen tiraba todo dentro. Al salir de ampliación bajé a la biblioteca a estudiar, pero no me podía conectar y sin conexión era imposible estudiar gestión y conservación de flora y fauna, así que me vine para casa. La idea era ir a la biblio de Guadarrama, pero no pudo ser y me subí a estudiar en mi habitación.
   Esta mañana fui al curro, al mediodía vine a comer y cogí el estuche y a las 18:00 tiré para Las Rozas. Empezaba a llover, un chaparrón de estos de verano que descargan por sopresa (tan sorpresa que yo iba en sandalias y, además de emparme, se me salían). Me encontré con medio mundo, bajé a cafetería, me asomé a la biblioteca y me dije "Enga, Lucía, pa'rriba, que ya llegás tarde". Y me puse a buscar mi carnet de la UNED (sí, ese tan imprescindible). Y mi DNI (también necesario para entregar el examen). No estaban. Todavía no los busqué, pero estaba indocumentada. Tenía la tarjeta de crédito y la tarjeta de VIPS, pero como que eso no me valía! Se lo explico a la chica de secretaría, que me dice que ella me puede hacer un carnet provisional de la UNED, pero que sin nada que demostrara que yo era yo, no me iban a poder dejar entrar. Menos mal que mi mente funciona mejor que la suya, porque le pregunté si me valía el carnet de conducir. "Puede valer", fue su respuesta. Valía, sí, pero es que estaba en el coche! Salí corriendo todo lo que me permitían la lluvia y mis sandalias-estorbo, cogí el carnet, fui a secretaría, recogí mi papel y sin preguntarme si me dejarían entregar el examen después de tirarme hora y pico escribiendo, me metí pa'dentro.
   El examen en sí bien, lo aprobaré, y por eso la anécdota de hoy es que soy una despistada y no que me fue mal en un examen =o)

20 de mayo de 2010

Monasterio de Piedra

   Recientemente estuve en Monasterio de Piedra.
   Bueno, antes de eso, tendría que decir que los paisajes kársticos son de mis preferidos. Las grutas con sus estalactitas y estalagmitas, las cimas, las dolinas, el agua diluyendo la roca y poniéndola gota a gota en otro lugar... Me encanta. Y Monasterio de Piedra queda en una zona kárstica. 
   Llevo cinco años con ganas de ir a ese sitio, que había escuchado que era muy bonito, con sus cascadas y sus formaciones geológicas. Y tuve la oportunidad hace poco y no me lo pensé: a Monasterio de Piedra! Efectivamente, el lugar se llama así porque hay un monasterio sobre el río Piedra (como curiosidad, en las cocinas de ese monasterio fue donde se cocinó el chocholate traído de México por primera vez en Europa!).
Panorámica del Monasterio
   Llegamos y la entrada costaba un dinero interesante para un parque (13 euros, y no había descuento para estudiantes), pero yo, a Monasterio, cueste lo que cueste. Nos perdimos por los senderitos, subimos una pequeña cuesta (sin mirar el mapa, que era trampa!) y tuvimos una panorámica de todo el lugar. Verde, verde y más verde por todas partes, susurro de agua (estruendo, más bien, que estábamos sobre una cascada). La gente estaba congregada en una exhibición de vuelo de rapaces que, aunque no lo habíamos acordado de antemano, no fuimos a ver. Así que, en esta primera aproximación, solo se escuchaba el agua, el viento y poco más ("poco más" = "2 buitres encerrados en una minijaula a la que preferí no prestar mucha atención").

   Empezamos a bajar, paseando por los caminos y me llamó la atención que eran casi avenidas. Los senderos eran mega amplios, con bancos para sentarse a disfrutar del paisaje, señalizado a cada dos pasos... Después me llamó la atención el césped. No había hierba en Monasterio de Piedra, había césped, con las rayas de los cortacéspedes marcadas y todo. A pesar de todo el agua que había, se veían también los sistemas de riego. Entramos en una gruta (yo con los ojos bien abiertos; porque estaba oscuro pero, más, porque quería captarlo todo) y me sorprendió que hubiera una escalera tallada en las... (momento complicado del relato...) ¿estalagmitas? (nunca me acuerdo cuales son las que penden del techo y cuales las que se derraman al suelo). Pues eso, en la escalera se veía el corte de las estalagmitas, los anillos que forman a lo largo de años y años y años y años. No había murciélagos en esa cueva... Tal vez porque había mucha gente (la exhibición ya podría haber durado todo el día, cohone'), tal vez porque no era lo suficientemente profunda, tal vez porque... A saber. 
   Seguimos paseando y encontramos una cascada enooooooooooorme gigante. Subimos por un costado y cuando llegamos arriba vimos que estaba canalizada. Y las demás cascadas que había llegaban hasta el camino y después se iban por unas acequias al río... 

   No sé, me resultó todo demasiado artificial. Ojo, precioso, muy verde, muy lleno de agua (y más este año, que ha llovido tantísimo), muy bonito, pero... No sé, demasiado cuadriculado, envarado, manoseado. Parecía como si estuviéramos en un jardín y no en un paraje natural.
Eso sí, me lo pasé muy bien igual, a pesar de la mala hostia que me entró cuando vi más buitres encerrados en jaulas y decenas de rapaces atadas a un aro metálico.

11 de mayo de 2010

XVI JAPCA Granada mayo 2010

¿JAPCA? ¿Qué es eso? Yo no había oído hablar de esas siglas en mi vida hasta hace... Hmmmmmm... ¿Un  mes? ¿Dos semanas? ¿Tres días? No, fue a finales de abril, cuando nos pusimos en contacto con la CECCAA (Coordinadora Estatal de Ciencias Ambientales) y nos invitaron a ir a la reunión que organizaban el segundo finde de mayo en Granada. Yo, que no me pierdo ninguna oportunidad de saltar a todos los charcos habidos y por haber, me dije "yo quiero ir. No sé a qué, pero yo voy". La lié a Santás (los otros se salvaron porque tenían prácticas de diversidad el sábado), y nos apuntamos. Insisto en la parte de "No sé a qué", porque creo que no supimos lo que nos esperaba hasta el momento en que llegamos a Granada.
No me voy a extender enoooooooormemente (sin que sirva de precedente, ¿eh?), pero sí quiero redactar un poco como fue la cosa.
Como digo, recogí a Santás a las 17:30 en su curro (la anti GPS se perdió, pero no tardé más de cinco minutos en encontrarme). Atasco en la M30, se veía que la A4 también estaría así, así que R4 y andando. Y tanto que anduvimos. Cerca de 500km después llegamos a Granada. Esta vez sí, sin perdernos, que llevaba yo la cosa preparada de casa y me había impreso el recorrido que marcaba el gran Google Maps.
Llegamos al albergue y llamamos a Rocío, una chica encantadora que fue nuestro primer contacto con lo que iba a ser el fin de semana. No, miento, nuestro primer contacto fue descubrir en recepción que Santás y yo ¡no dormíamos juntas! Los granaínos, demostrando sus ganas de juerga, nos habían separado a todos los que veníamos juntos (me imagino como fue lo de asignar las camas, así en plan sorte de la Champions o por el estilo!). Yo dormía con otras tres personas (en ese momento no me acordaba del nombre de nadie) y Santás con un chico. Para colmo, ¡nos habían dejado preservativos en las camas! Mu fuerte, jajajaja.
Bueno, el resto de la gente estaba ya cenando (acabando de cenar, mejor dicho), así que cuando nos reunimos con el grupo ya casi no había comida... Por eso, sobre las doce, Santás y yo nos plantamos frente a Cecilio y le dijimos que ¡teníamos hambre! Por suerte los chicos de La Rioja estaban igual y no quedamos como unas desesperadas. Nos fuimos a cenar y nos volvimos a encontrar luego en un bar. Carmen, haciendo gala de la cordura de la que yo carezco, se fue a dormir, pero yo me metí en un bar (sí, yo, en un bar), junto con un montón de desconocidos (sí, yo, con desconocidos) y estuve a punto de salir corriendo para alcanzar a Carmen en su vuelta al albergue. ¡Es que no conocía a nadie! ¿Qué hacía yo ahí metida?!?!? Además no me atrevía a hablar con nadie, estaba muerta de vergüenza! Las chicas de Extremadura lo notaron y se acercaron a hablar. Después se dispersaron y se me acercó otro chico (de Catalunya, según descubrí después), al rato otra chica... Y así, a lo tonto, empecé a hablar con la gente. Además, había futbolín, y sobreponiéndome a mi vergüenza pedí de jugar. En fin, fue una larga noche (sí, yo, en un bar con desconocidos hasta las cuatro de la mañana). Poco a poco me fui aprendiendo el nombre de la gente... Llevábamos una identificación, pero su efectividad disminuyó cuando empezamos a intercambiárnosla, jajajajaa. Eso sí, fomentaba el que te pusieras a hablar con el que tenía tu nombre.
En fin, llego al albergue como a las cuatro y media de la mañana y me encuentro, lógicamente, a mis compañeros de habitación durmiendo. Me metí en la cama sobre las cinco menos algo y no quería ni moverme, por no molestar... Dormí intranquila, pensando en si ellos se iban a levantar temprano a ducharse o no, a que hora habían quedado... Total, a las siete me desperté y ya no me volví a dormir.
El sábado nos repartimos en diferentes comisiones de trabajo (yo a comunicación, claro) y cuando nos quisimos dar cuenta, ya eran las siete de la tarde! Se me pasó volando el día. Por la noche hicimos un paseo por el bosque de la Alhambra (lo empezamos a los cinco minutos de que los de seguridad nos echaran por estar comiendo bocadillos y tomando refrescos en la calle...) y después, juerga otra vez. ¡Hasta las cinco de la mañana! Estoy que no me conozco ni yo misma. Y tampoco me conocen los organizadores de los premios que dan en las JAPCAs... Al parecer, en cada reunión dan premios a los más guapos. Esta vez, también dieron unos cuantos más: a la más trabajadora, al más enganchado a redes sociales (no, no lo gané yo, malpensados!), al que más ronca, a los que más bailaron... Y a los más simpáticos. Me hubiera gustado ver mi cara cuando dijeron "Lucía, de la UNED". La sorpresa no podría haber sido mayor cuando fui a recoger mi diploma y mi premio (una bolsa de golosinas)!!! Todavía estoy sorprendida y encantada, jajajajaja.



El domingo estaba hecha una mierda después de haber dormido 6 horas en todo el fin de semana, pero valió la pena. La vuelta a casa, con Santás y Jorge de AAM fue bien hasta que ya llegando a casa se me cerraban los ojos! Pero valió la pena, lo volvería a hacer sin dudarlo. Conocer a toda esa gente, conocer la forma en la que trabajan, conocer lo que hacen... Fue inmejorable.