Perfil

Mi foto
Ahora mismo, Guadarrama, Madrid, Spain

8 de julio de 2010

"Pasó una desgracia"

   No me gusta contar penas por internet. No lo hago nunca. Cuando estoy mal por algo, me lo guardo para mí y para mis cercanos. Internet es el ámbito de Luli, la frívola Luli, la alegre y despreocupada Luli. Pero hoy necesito hacer esto. Para mí. Como algo terapeutico... Ojalá no tuviera que escribirlo, ojalá no tuviera que exorcizarlo.
   El 22 de mayo llevamos a Stan al veterinario porque tenía un bulto un poco raro en el culo. No parecía molestarle ni nada, pero tampoco parecía que fuera algo que tuviera que tener el animal en el culete. Después de muchas idas y venidas, le diagnosticaron una hernia perianal bilateral. Solución: operarlo. No era una operación más riesgosa que cualquier otra, pero mi mamá y yo estábamos preocupadas y pasamos unos días de incertidumbre hasta que llegó el 15 de junio y lo dejamos en la clínica.
   Al día siguiente lo recogimos. Nos dijeron que la operación había salido muy bien y nos dieron una batería de analgésicos, antibióticos, antiinflamatorios, laxantes... Total, que el miércoles 16 nuestra casa parecía un hospital. Lo llevamos a casa, y a las dos horas lo volvimos a llevar a la clínica, desesperadas por sus aullidos y sus llantos de dolor. Lo volvieron a meter en su jaula, suya hasta el viernes 18, cuando ya lloraba de mimo y de mamitis, pero no de dolor.
   Fueron unos días duros, de perseguirlo para darle los medicamentos, para darle de comer, para limpiarle herida. Días de llevarlo al veterinario para revisiones, días de controlar si comía, si no lo hacía, si hacía caca bien o no... Días volcadas, más si cabe, en Stan. Pero al fin el viernes 2 de julio recibimos el alta definitiva. Mi mamá estaba con su amiga Gema en el Romantic, el bar que queda debajo de casa, el bar reino de Caqui, donde siempre se acercaba a tomar algo con nosotros cuando estábamos en la terraza.
   Al día siguiente me fui a la casa de Tomy, porque el domingo tirábamos para Asturias. Bajé el sábado corriendo, porque habíamos dejado a Caqui durmiendo fuera, dado que la había estado llamando por la noche y no había querido subir. Así que, para compensarla, le puse una tarrina de Wiskas, y me fui para Mejorada. El domingo llegamos por la noche a Asturias, y descubrimos que en la pensión yo no tenía cobertura.
   Cuando sonó el móvil de Tomy a las siete de la mañana del lunes 5 de julio, con su pipipi incesante, me revolví en la cama, todavía me faltaba una hora para que sonara el despertador. Creí que sería de su trabajo, pero tampoco me extrañó que me dijera que me pusiera, que era mi mamá. Mi mamá tiene costumbre de llamarme cada cinco minutos para darme el parte de caca de Stan, decirme si peleó, si comió o si la miró dos veces. Así que me arrastré fuera de la cama al único lugar de toda la habitación donde había un poco de cobertura. Y entre sonidos extraños escuché "Lucía, pasó una desgracia". El segundo siguiente fue eterno. Pensé en Stan, pero lo descarté en una fracción de segundo, porque sabía, sin necesidad de que me dijera nada, que Michi se había caído por el balcón. No escuchaba bien, la conexión no era buena, pero le pregunté en un in crescendo de preocupación, dolor, sensación de pérdida... En un in crescendo de locura, le pregunté qué había pasado. No era Stan. No era Michelle. Era mi Cacatúa. Mi gata. Mi Caqui. Mi compañera, mi amiga, mi animalito que no daba nada de guerra, pero sí mucha compañía, mucho amor... Esa misma mañana un camión la había atropellado. Un camión se llevó a mi gatita, a mi gordita... Dice mi mamá que no sufrió nada, que fue instantáneo. En un momento estaba con ella esperando a que llegara el bus, y al momento siguiente estaba tirada en la carretera. Mi Caqui... Mi gordita que me lloraba por las noches para bajar, la que venía a mi encuentro al mediodía para que la subiera a casa, la que dormía entre mis piernas o en la banqueta de mi habitación. Ahora en verano le gustaba dormir en el balcón, en las sillas que tenemos fuera, con la patita estirada, o tumbada en el suelo para burlar el calor.
   Recién hoy, jueves, vuelvo a casa. Una casa donde está Stan, donde está Michelle, pero donde no está Caqui. Yo estaba muy orgullosa de mí misma porque hoy, al fin, no había llorado. Creo que todavía me queda mucho llanto. El mismo llanto que se me escapaba en medio de las ponencias del curso al que asistimos en Asturias. Con lo pudorosa que soy yo con estas cosas, me daba igual que la gente me viera con los ojos rojos e inflamados.
   Fueron tres días duros en Asturias, pero creo que lo más duro es estar acá, en la habitación donde Caqui ya no va a llenar de pelos la cama, la silla, donde ya no va a jugar con sus juguetes o donde no va a escapar más de Michelle.

1 comentario:

Anónimo dijo...

:'(

Nadie más quien tiene un amigo así sabe lo que significa perderlo. Poco puede decirse, nada arreglarlo. Pero si te sirve de algo, te entiendo perfectamente, comprendo tu dolor y que, aunque no sea lo que habitualmente hacemos con Internet, hayas necesitado expresarlo de algún modo.

Ten por seguro que Caqui sigue ahí, y que seguirá siempre. Porque en todo momento la llevarás contigo, en tu corazón. :(

Un abrazo.