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Ahora mismo, Guadarrama, Madrid, Spain

30 de abril de 2010

Hoy pité...

Odio a los conductores que van todo furibundos con el coche. Zas, zas, zas, cambiando de carril, zas, empujándote para que aceleres, zas, zas, vuelta a cambiar de carril, zaaaaaaaaaaas, pasada a toda leche por la derecha... Pero los peores son los que pitan. Vas por Madrid y todo es PPPPPPPPPPPIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII, PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII, PPPPPPIIIIIIIIIIIII!!!! 
No sé porqué le llaman claxon, o bocina, o como sea, se debería llamar "artefacto del demonio que no hace más que molestar a los demás y contaminar con su pi pi incesante e irreverente". Ya, es un poco largo, pero las cosas, por su nombre.
Bueno, resulta que iba yo hoy a recoger a mi mamá al aeropuerto. En teoría llegaría a las 13:45, me esperaría a que yo saliera del trabajo a las tres y fuera a Barajas a buscarla, sobre las cuatro o así. Pero resulta que el cachondo del piloto llegó a las 12:30. Le pedí permiso a José Miguel para irme antes, y a la una y media cogí el coche.
Iba yo tan ricamente por la A6 y me meto en la inmensa cola para coger la M40 (acá suelen aparecer otros odiosos: los que entorpecen el tráfico incorporándose a último momento a la cola, y colándose a todos los idiotas que, como yo, esperaron 3 km a que les tocara el momento de dejar la vía principal. Muerte a todos esos sin piedad). Esa salida es un poco rara, porque en 100 metros tenés: 
1. Entrada a una gasolinera.
2. Salida a la M40 (3. en dirección A5; 4. en dirección A1 -ésa es la que tenía que tomar yo-).
5. Vía de servicio de la A6 dirección Madrid.
Es decir, hay que saber de antemano en qué carril ponerte porque, aunque viene muy señalizado, hay que estarse al loro las primeras veces.
Y había un coche que no había estado al loro. Lástima que no hubiera policía ni guardia civil en ese momento... Porque el coche este en cuestión estaba irremediablemente en la vía de servicio de la A6, con línea contínua y pivotes en el medio, detenido en actitud sospechosa. Delante mío iba un coche, que se habrá olido lo mismo que yo y frenó una décima de milímetro/hora, extrañado por la maniobra que estaba haciendo ese hijo de puta. Yo iba a una distancia razonable del coche que llevaba delante (5 metros) y cuando éste estaba casi pasando junto al sospechoso... ¡El muy cabrón se mete a la bajada de la M40! Vale, contado así no es para tanto, lo sé, pero es que el coche que iba delante mío tuvo que pisar el freno a fondo para no comérselo (porque es que ni siquiera tuvo la decencia de salir con decisión, no, salió así, tímidamente, a 2 km/decenio, haciendo aún más peligrosa la jugada). Claro, si el que iba delante pisó el freno, yo solo tenía una opción: pisar freno a fondo y dar volantazo a la derecha para no comerme al idiota y al que tuvo que frenar. Por suerte no venía nadie de ese lado, porque con el rabillo del ojo había llegado a intuir que estaba vacío el carril de al lado, pero no hubiera podido evitar dar el volantazo de todas maneras aunque hubiera venido alguien por ahí. Nos podríamos haber dado una hostia importante. Así que, lo que hice a continuación (y el de delante y el de detrás, todos igual) no era una opción, era una obligación: pasar por su lado pitando y cagándonos en sus putos muertos.

27 de abril de 2010

¡Quiero encontrar mi sitio!

   Es parte de la letra de una canción, pero es también lo que busco desde hace... Uf, no sé cuánto tiempo.
   Hace mucho escribí un post donde relataba el piso ideal que buscábamos con Ale para alquilar cuando él se iba a venir a vivir a Madrid. Ahora estoy buscando una casa para comprarme yo. Bueno, yoy mis animalitos, está claro. 
   Cuando empecé el año pasado buscaba algo de ... Creo que 200.000 euros (no puedo escribirlo sin reírme de mi ingenuidad!!!!!!). Hace un tiempo puse un poco (no demasiado, al parecer) los pies en la tierra y buscaba algo de 150.000. Ahora, ya voy por los 130.000, y bajando. Les cuento.
   Empecé a ahorrar el año pasado, como en febrero. Junté muy poco dinero, ni para cubrir gastos (los gastos de compraventa, notaría, escrituras, tasación y demás mierdas son un 10% aprox del precio de la vivienda). Cuando empecé a buscar, los bancos estaban locos y concedían hipotecas por el 120% del valor de tasación, tasaban las casas por encima de su precio real para poder dar más dinero, le concedían créditos a to quisqui... ¿Qué pasó? Que nos fuimos a la mierda; PUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUM hizo la tan sonada burbuja inmobiliaria. Yo no puedo decir que me haya aplastado en esa caída, porque, por suerte, aún no miraba casas. Pisos. Minipisos. Contendores con ventanas. Mobilhomes.
   Como digo, no me pilló a mí lo peor, pero ahora los bancos se cubren las espaldas. Ojo, yo lo agradezco. Prefiero que me digan "piba, ubicate en tu situación, con ese sueldo no podés comprar esta mansión (mansión = dos cajas bajo un puente)" a que me digan "oh, sí, grandísima reina del capital, sumérgete en esta hipoteca con el endeudamiento hasta el cuello, que cuando suba el Euribor te vas a divertir un montón tirando la moneda al aire para ver si hoy te toca comer o no". Pero tampoco quiero que me digan que no cuando yo sé que sí. Se supone que ahora nos dejan endeudarnos hasta un 40% del sueldo. Mi 40% no es una fortuna, pero tampoco es una miseria, y si me miraran a los ojos comprenderían que voy a ser buena y voy a pagar. Y me creen, si no es por ellos, es porque... No tengo aval. Ser una sudaca paria y apátrida es lo que tiene. "Mi mamá me puede avalar, ella está con contrato indefinido también". Da igual. Sin casa no se puede ser avalista. Oiga, señor, que si tuviera casa no querría comprar otra, ¿sabe uste'?
   Cada tanto voy a visitar pisos. Me desanima mucho hacerlo. Además de porque "criaja irreverente, hasta que no tengas 30.000 euros en el banco no vengas a mirar siquiera mi escaparate", es que busco casa para mí sola. Y eso es MUY desilusionante. "Hola, llamo para informarme por el piso de Alpedrete", "Oh, es precioso, tiene un dormitorio amplio, un baño donde hasta te puedes girar, una cocina americana muy recogidita (eso sí, la vajilla la tienes que meter en la habitación porque no entra) y, lo mejor, ¡tiene un ventanuco que da a un patio interior, por lo que, una vez al día, si la vecina del segundo pone la maceta en el lugar correcto, tienes hasta luz natural! ¿Cuándo queréis ir a verlo?". "Queréis"... ¿Por qué a todos a los llamo suponen que soy parte de una feliz pareja que está buscando su primer nidito de amor? "Iré a verlo mañana a la tarde", "Perfecto, aquí os esperamos". Holaaaaaa, ¡que es pa mí sola, cohone'! 
   Tomy, en su infinita paciencia, a veces me acompaña. Y entonces es cuando se demuestra el machismo que hay todavía en esta sociedad. A mí me resaltan las maravillas de la cocina "porque fíjate que si corres estos paneles, queda escondida y no molesta para ver la tele en el salón (seguramente pensando en ver algún programucho de esos de tertulia de Telecinco)", y a él le preguntan que cuánto tenemos ahorrado. "No, el piso es para ella" es su respuesta habitual, con su mejor sonrisa. Acto seguido, la mujer se gira sobre sus perfectos tacones, con el boli en la mano y cara de perplejidad, y suelta un "Ah...". ¿Sonrío o la mando a la mierda? Sonrío, sonrío.
   Como también sonrío cuando me enseñan un piso por el que no pagaría ni dos céntimos. Soy una falsa, y después están todo el tiempo llamándome "¿Ya te has decidido? Es que vino otra pareja y le gustó, pero quería avisaros antes, por las dudas". Y yo no puedo decirles que no, que su cuchitril se lo pueden meter por donde les quepa (o sea, en cualquier lado, hay pisos que entran hasta en un bolsillo del pantalón), que no quiero saber nada ni de su piso, ni de su inmobiliaria ni de nadie del sector.
   Peor es cuando algún piso me medio gusta (todavía no entré en ninguno que dijera "hostias, es éste"). Volvemos a la inmobiliaria y la señorita de turno me fulmina con su interrogatorio: ¿Ingresos mensuales? ¿Pagas extras? ¿Edad? (hoy lo mejor del día fue eso "bueno, como eres tan jovencita lo mismo te dan una hipoteca a 50 años"). ¿Algún crédito concedido? (gesto torcido cuando digo que sí, que estoy pagando mi coche). ¿Tienes algo ahorrado? (carcajadas ahogadas cuando digo, todo orgullosa, "tengo cinco euros"). ¿Avales? (huída despavorida en este punto. Más de una vez cerré yo la puerta de la inmobiliaria, al ver que la mujer no volvía pasadas las dos horas). Las que no huyen me dicen "si te parece, traéme DNI, 3 últimas nóminas, última declaración de la renta, contrato de trabajo, vida laboral, recibo del otro crédito, análisis de sangre completo con la primera orina de la mañana y ayuno de 30 horas (creo que lo del ayuno lo dicen para ir haciéndote a la idea de lo que es pagar una hipoteca y, aún así, querer salir al cine una vez al año) y hacemos un pre-estudio". Jamás llegué a mandar esos papeles a ninguna parte.
   Después me tiro unos cuantos meses sin siquiera entrar en Idealista.com, hasta que, un buen día, sin pensarlo, mis dedos lo teclean: idealista ctrl enter. Zas. Los pisos que había guardado como favoritos siguen esperándome ahí a que los quiera visitar. Cierro, no me interesa. Vuelvo a abrir. Reviso los cambios. Miro si salió algo nuevo, pero sin demasiado entusiasmo. Lo dejo unos días. Vuelvo a teclar sin querer. Vuelvo a buscar "solo los de este mes". Y encuentro alguno que me gusta y vuelvo a llamar y vuelvo a ir y vuelvo a acordarme de porqué ya no buscaba, ni llamaba, ni iba.
   Y es porque buscar casa es una mierda. Y, buscarla para estar sola en ella, son dos mierdas.

26 de abril de 2010

Asociación

Estimados amigos,

   Acercad vuestras mantas a la lumbre y escuchadme con atención. Hoy os voy a hablar de la Asociación de Alumnos y Exalumnos de Ciencias Ambientales de la UNED.
   Como cada vez que comienzo esta historia, no puedo dejar de referirme al grupo de Google. 
   Como sabéis, estudio en la universidad a distancia. Es universidad, sí, pero es, sobre todo, distancia. Distancia a la que es difícil adaptarse, distancia que, una y otra vez, por norma general, intentamos acortar. Quien no haya estudiado a distancia jamás lo entenderá. Aunque yo debo ser más gregaria que el resto de la gente, porque en los cinco años que llevo de carrera vi muy pocos mensajes del tipo "¿Hay alguien de la zona noroeste de Madrid?" como el que lancé yo, incansable, en cada foro el curso 2005/2006 (cansados acabarían los compañeros de ver a esa loca que buscaba gente hasta debajo de las piedras). Y sí, los había y tímidamente se fueron manifestando. Las tutorías, las prácticas, los exámenes nos fueron acercando hasta que, pasado el curso, me fui a vivir a Málaga. Perdí el contacto con casi todos los de Madrid, pero hice nuevas amistades (muchas menos, éramos pocos estudiando allí).
   Al curso siguiente volví a Madrid. Y el grupete que yo había visto formarse y crecer, se había desarrollado de manera exponencial. Resultado: volvía a no conocer a nadie. Vuelta a empezar con tutorías, exámenes y prácticas (siempre pocas tutorías, nunca demasiadas prácticas) pero me dije que no, que esta vez si las vueltas de la vida me mandaban lejos de Madrid, no perdería el contacto con la gente. Yo, la freak del grupo, tenía que encontrar una solución. Y, como no podía ser de otra manera, fue una solución tecnológica: un grupo en Google, punto de encuentro para los más cercanos, y también para los cercanos de éstos y para los de los otros y para los lejanos... Y para todos. Llegamos a ser más de doscientas personas metidos en ese sucedáneo de cafetería. Encuentros, salidas al cine y a la montaña, consejos sobre asignaturas, préstamo de libros y de apuntes... Todo tenía cabida en el grupo. Pero se nos quedó chico. Y más cuando surgió la idea de darle un poco más de consistencia a la cosa: crear una asociación.
   Y así, de manera natural, nació la asociación. Tanteamos a la gente, hablamos con otras asociaciones de ambientólogos, con la UNED, con nuestros compañeros... Y sí, todos nos apoyaban. Así que, allá que nos lanzamos. 
   Fueron tiempos duros. En verano la redacción de los estatutos y la creación de la página web, la difusión, la inscripción en el Registro. Más adelante llegó el programa de radio (¡sale mañana! Ya pondré el link), la creación de la imagen (estamos en pleno proceso de votaciones para decidir el logo que nos representará; el 2 de mayo acaba), el alta en la Agencia Tributaria, más difusión, más reuniones, más congresos, jornadas, participación... Ahora se nos echan encima otra vez los exámenes y tendremos que volver a parar, con la rabia que me da a mí eso, pero a la vuelta tendremos la revista (en redacción ahora), actividades, movimiento.
   Pero, especialmente, tendremos un puente que nos acerca y nos hace preguntarnos si el nombre de nuestra universidad es correcto: Universidad Nacional de Educación ¿a Distancia?

25 de abril de 2010

Ustedes/Vosotros

Soy argentina.
Puede parecer una obviedad, pero les voy a explicar porqué no lo es tanto. 
Nací hace 30 años en Capital Federal. Ante el inminente nacimiento de mi hermano Pablo, cuando yo estaba por cumplir 4 años, me mudé (me mudaron) a Témperley, en la zona sur del Gran Buenos Aires.
Terminé la secundaria, empecé Ciencias Biológicas en la Universidad de Buenos Aires. Al año siguiente me mudé (esta vez sí) a Rosario, para hacer Biotecnología.
Al año y poco, a recoger los bártulos que tocaba volver a cambiar de residencia (y de país, y de continente, y hasta de hemisferios). Con la doble nacionalidad mis problemas de identidad se agravaron: durante 20 años había sido Lucía Fernández Navarro y mi pasaporte español estaba expedido a nombre de una tal Lucía Fernández López ("Hola, vengo a homologar mi título de la secundaria para poder estudiar en la universidad acá en España"; "Este título está expedido a nombre de L.B. Fernández Navarro", "Sí, soy yo", "No, usted es L.B. Fernández López", "Sí, ya, pero es que soy yo también". Sí, lograr empezar en la UNED no fue fácil).
No puedo decir que me haya adaptado nunca a vivir en España. Para que haya una adaptación, tiene que haber un cambio notorio en algo del entorno y yo estaba como si viviera en Argentina. El idioma a veces me resultaba complicado (¿no les conté nunca la primera vez que fui al cine en España? Jajajaa, queda para otro post), pero no noté mucho cambio entre un país y otro. Tal vez porque tenía 20 años, tal vez porque había venido con Cris, tal vez porque, en realidad, no existe ninguna diferencia. Después de todo, yo seguía siendo la misma. Cris no, Cris empezó a hablar "en español" en cuanto pisamos Barajas. O El Prat, mejor dicho, que llegamos a Barcelona.
Seguí siendo la misma durante todo este tiempo, pero, evidentemente, no lo soy. Bueno, quiero decir, que no hablo como hablaba hace 9 años. Porque más de una vez me han dicho "¿Argentina? ¡Pero si no se te nota nada el acento! Creí que eras canaria o andaluza". O pienso y digo (y escribo) cosas como "Lucía Fernández piensa que los pistachos son un puto vicio! "Voy a coger unos poquitos"... Y media bolsa después, seguía cogiendo", ante el horror (e hilaridad) de mis amigos argentinos. 

Sé que después de nueve años es normal que haya incorporado expresiones y palabras del castellano que se habla acá y que perdí algo de mi acento (impactantemente notable es esto cuando hablo con alguien que nunca salió de Argentina. El otro día, por mi cumple, me llamó Caro Tajes. Estuvimos un buen rato hablando y cuando cuelgo, mi mamá me preguntó de qué hablábamos. Mi respuesta fue "no sé, estaba tan anonadada escuchándola cómo hablaba que no me quedé bien con la copla de lo que decía", jajajajajajaa. O cuando, mes y pico atrás, unas amigas de Madrid se fueron a hacer un curso a Patagonia y unos días antes me preguntaron por vocablos tan difíciles como "boletería).
Como digo, sé que soy un híbrido ahora mismo, pero, para mi gran sorpresa y pesar, me encamino más hacia ser gallega que hacia ser argenta. Y es que, de un tiempo a esta parte, hablo de "vosotros". Me sale, casi de manera natural y sin pensarlo demasiado, decir cosas como "¡que os divirtáis!" o "¿dónde habéis quedado, así me acerco?"... Lo que me resultaba tan difícil e impronunciable hace tan solo un año, ahora me sale solo! Y esto ya es preocupante. Porque, como digo, soy argentina, y los argentinos ¡no hablamos de "vosotros"!

22 de abril de 2010

Sismicidad Inducida

Aunque no lo parezca, a veces estudio también. Puede resultar difícil de creer, pero sí, saco un rato para hacerlo (especialmente cuando logro levantarme a las seis de la mañana, aunque no suele pasar mucho).

Ayer, leyendo el temario de Tecnología energética, me encontré lo siguiente: "Los reservorios grandes pueden alterar la actividad tectónica", hablando de la energía hidroeléctrica y las presas que se construyen. Le pregunté a la profesora para que me explicara un poco eso, y me contestó diciendo que es un fenómeno llamado "sismicidad inducida". Ejerce una influencia limitada, pero está demostrado que hay una relación directa entre presas y terremotos, debido al efecto de carga. Claro, tanta agua de repente donde antes no la había provoca un aumento de presión en el fondo del embalse y si había una falla activa antes de su construcción, y más si es en zonas con formaciones sedimentarias, se pueden producir movimientos sísmicos. Continuaba diciendo mi profesora que como ejemplos podía nombrar uno en China en 1962, en Zambia (1963), Grecia (1966), India (1967) o California (1975).

Me llamó mucho la atención. Sobre todo porque últimamente, con tanto terremoto, volcán y demás sacudiendo la tierra a cada rato, más de una vez escuché eso de "normal que la Tierra se rebele, con todo lo que le estamos haciendo", como si fuéramos nosotros culpables de los terremotos de Haití, Chile o China. Una visión muy antropocentrista, desde luego. Entiendo que esta simicidad inducida no es capaz de causar un terremoto de grado 7, pero... ¿Qué otras cosas hacemos que tienen consecuencias de las que no somos conscientes? Hay que joderse como está todo tan relacionado, ¿verdad?

Si alguien sabe algo sobre este fenómeno, que me deje un comentario. ¡Besitos!

21 de abril de 2010

El potro

Iba yo esta mañana tan tranquila para el trabajo. Como siempre, multitud de coches hasta la primera rotonda, donde casi todos se desvían para los institutos que hay más adelante. Yo giro a la izquierda con apenas tres o cuatro coches más. Badén, badén, badén, curva de derechas, leve bajada de la trazada... Coches. Eso ya no era habitual. Coches yendo despacio. "Uy, qué raro...". Disminuyo a 40km/h y descubro la razón de la disminución generalizada de velocidad: había un caballito (un potro o un pony, no sé) andando por la carretera (eso sí, muy educado el tío, yendo por el arcén). Estaba ahí solito, trotando pegadito al quitamiedos y es cuando me asaltaron las dudas:
Pobrecito, se habrá perdido o se habrá escapado. 
¿Qué hago? ¿Llamo a alguien? ¿Pero a quién llamo? No me sé el teléfono de la policía. 
Bah, no, no llamo, ya lo encontrará el dueño. 
Pero, ¿y si lo atropellan? No, sí, llamo. Me detengo ahí y llamo. 
Pero no, es que mejor no llamo y volverá a su casa (mientras paso por el "ahí" donde me iba a detener). 
Uf, pero es que... No sé, lo mismo debería llamar... Bueno, cuando llegue al trabajo llamo. O le pregunto a José Miguel (mi jefe) si tengo que llamar o no en estos casos. Sí, le preguntaré a él cuando llegue.
Claro, pero es que lo mismo llega a las diez de la mañana (eran las nueve menos diez cuando todos estos pensamientos cruzaban mi cabeza) y ya es tarde.

Ras, volantazo para entrar en la gasolinera. Porque había decidido que sí, que llamaría. Todavía no sabía a quién debía llamar. ¿Llamo a emergencias? Pero es que no sé si es una emergencia. Por otro lado, no sé ningún otro número de teléfono. Bueno, llamo ahí, a ver qué pasa.
Cojo el móvil, marco el 112 y la locución me dice "Ha llamado a Emergencias. Si quiere comunicar una emergencia, manténgase a la espera. Si no va a comunicar una emergencia, rogamos no use este número de teléfono". Ouch, ¿era una emerg...? Antes de que me diera tiempo a pensarme si era o no una emergencia, me atiende una chica:
- Emergencias, buenos días.
- Hola, la verdad es que no sé si tengo que llamar a este número, pero es que hay un potro andando por la carretera.
- ¿Un potro?
- Sí, estaba andando por el arcén.
- ¿En dónde se produjo esto?
- En Guadarrama, en la N-VI, a la altura del kilómetro 46.
- Será la A6.
- No, no, es en la N-VI, por la carretera antigua.
- Ah, es que no la escucho muy bien (tenía la nariz tapada... Mal momento para decir ene seis).
- No pasa nada.
- ¿A qué altura, más o menos?
- Por el kilómetro 46 (no sabía si iba a llamar o no, pero, por las dudas, había tomado la referencia).
- De acuerdo, ahora mismo pasamos el aviso. Gracias.
- Adiós, gracias (al parecer, había llamado al número correcto).

Y así llegué a la oficina, todavía preguntándome si hice bien en avisar. ¿Lo capturarán y lo llevarán a un recinto oscuro, hacinado, lleno de caballos sarnosos esperando su hora de la muerte? Por el contrario, ¿buscarán a su dueño? Y ese dueño, ¿lo tratará bien? ¿Lo llevarán a un refugio? ¿Lo venderán a un ser despiadado o a una persona dulce y amable? ¿Lo habrán encontrado? ¿O lo habrá atropellado un coche? ¿O se habrá metido ya en su casa? Pobrecito... Me lo tendría que haber quedado yo.

20 de abril de 2010

Coso

No, coso de coser no, coso de coso. No, tampoco el de los toros, el de siempre, el de "coso"!
A ver, que me explico. Hace muchos años que no lo uso (casi tantos como llevo viviendo en España, yo creo), pero el "coso" es algo muy socorrido.
Por ejemplo, estás en la cocina, haciendo una bechamel. Está tu mamá por ahí dando vueltas y le decís: "Che, má, alcanzame el coso ese" y tu mamá va y te da el batidor. O la sal. O la pimienta o la leche. O sea, lo que pedías. Porque siempre se sabe qué es el "coso". "Coso" reemplaza a la palabra que no te viene a la cabeza, pero es que da igual, porque en ese contexto, no hace falta ninguna palabra que defina a "coso", basta con decir "coso" para saber qué es.
"¿Dónde está el coso de Stan?", "Colgado en el coso" (el arnés de Stan está colgado en el perchero que está al lado de la puerta de entrada. Desde luego, la forma "cosal" es mucho más corta).
"Pasame el coso" mientras estás comiendo es la servilleta, con un 90% de posibilidades.
"Agarrá el coso, que está lloviendo". 
"Mierda, no sé donde dejé el coso", mientras removés los apuntes es, fijo, el boli.

Uy, ahora, de tanto nombrarlo, me suena hasta raro, pero creo que es más raro que no lo siga usando! Bueno, miento, lo sigo usando, pero ahora se convirtió en "el este": "Che, má, alcanzame el este ese" y tu mamá va y te da el batidor. O la sal. O la pimienta o la leche. O sea, lo que pedías.

19 de abril de 2010

30 años

Hace unos días cumplí treinta años. Bueno, "días"... Vale, semanas, pero fue hace poco (21 días no son ná!!!, tres semanitas justas).
No era algo que me preocupara, me hacía tanta ilusión cumplir 29 como cumplir 30 (o sea, mucha. Mi enorme ego se siente fenomenal cuando me llaman, me mandan mails y sms o me dejan 100 mensajes en el Facebook). Pero yo creo que siempre imaginé, inconscientemente, que a esta edad mi vida ya sería más o menos como sería el resto de mi vida. Es decir, ya estaría viviendo en MI casa, con mi pareja, tal vez algún retoño, animales por doquier (infaltable), un trabajo en el que estuviera bien, con mis viajes semestrales (o, mejor, mensuales!) a alguna parte del mundo, con alguna carrera acabada... No sé, las cosas que tienen las personas "de mediana edad". Una vida encaminada, acomodada, fácil (vale, retiro lo de "fácil". No creo que la gente tenga la vida fácil ni a los 30 ni a los 40 ni a los 20).
En cambio, mi vida es aún más caótica que a los 20. No tengo aún ninguna carrera terminada, no tengo hijos (ni los tendré en el medio plazo), vivo con mi madre... Me acuerdo cuando llegué a España y veía a huevones de 30 viviendo con sus padres y pensar "Dios, ¿pero esa gente no tiene dignidad? ¿Cómo siguen viviendo con papá y mamá a esa edad? Manga de fracasados y conformistas". Y resulta que ahora soy yo la que, con 30 añotes, vive en casa de papá y mamá! Jaajajajaa, como cambian las cosas. Lucía de 21 años, te contesto: sí que tengo dignidad, sí que me gustaría vivir independiente y no soy ni fracasada ni nada por el estilo, dado que las circunstancias de la vida me llevan a compartir piso. Casualmente, lo comparto con tu madre, pero no porque así sea más fácil mi vida (muchas veces, todo lo contrario) sino porque la vida es así, y así hay que tomarla. Hala, ya me quedé más tranquila.
Y en este 2010 más amigos cumplen 30. Y se les viene un poco el mundo abajo; "uf, 30 años ya"... ¿Qué más da tener 30 que 28? Porque yo, a pesar de que mi vida no es como creí que sería hace 10 años, soy feliz con mis 30. Es más, de vez en cuando miro en el espejo a ver si ya salió alguna arruga (no, todavía no hay. Bueno, sí, muchas cuando me río, pero son pasajeras).
Así que, aunque mi vida sea completamente diferente a como creí que sería (o, tal vez, justamente por eso), soy feliz, y estoy en paz con mis 30 redondos años. ¿Qué tan feliz? ¡Pues así de feliz!


16 de abril de 2010

La culpa es de Facebook

Sí, lisa y llanamente. Tengo que empezar así, porque la verdad hay que decirla de frente y sin vueltas.
Me abrí una cuenta de Facebook, allá por 2008, porque era la única manera que tenía de ver fotos de Ale, que estaba en Malasia por aquel entonces. Durante un tiempo ni lo usé, no conocía a nadie y, sinceramente, no me atraía nada. De vez en cuando me llegaba alguna invitación para agregar amigos, que las iba aceptando y así, tontamente, empecé a revisarlo todos los días.
Reencontré viejas amistades (¡Caro Cianfagna estuvo en casa porque nos encontramos por Facebook y nos dimos cuenta de que estábamos "cerca"!), retomé contactos, hice nuevos amigos... Hasta me abrí una de esas odiosas granjas que consumen tanto tiempo y neuronas gestionar (la cerré al mes, harta de estar pendiente de si los tomates se cosechaban en ocho horas y las calabazas en doce). Ahora, básicamente lo uso como plataforma de información de la asociación (otro post irá dedicada a ella), para hablar con amigos (de los que también hablaré en otro post) y para informarme sobre noticias medioambientales (¡hay que ver la cantidad de información se cuelga en los perfiles!).
Lo que quiero decir con todo esto es que poco a poco, Facebook fue comiéndole espacio y dedicación a mi blog. Y hoy, buscando un post antiguo (el de "¿Cómo soy?") me encontré extrañando volcar mis pensamientos acá, porque me divertí leyendo las tonterías que escribo y los comentarios que me dejan.
Así que, blogger, agarrate que ¡volvió Lucía!