Soy argentina.
Puede parecer una obviedad, pero les voy a explicar porqué no lo es tanto.
Nací hace 30 años en Capital Federal. Ante el inminente nacimiento de mi hermano Pablo, cuando yo estaba por cumplir 4 años, me mudé (me mudaron) a Témperley, en la zona sur del Gran Buenos Aires.
Terminé la secundaria, empecé Ciencias Biológicas en la Universidad de Buenos Aires. Al año siguiente me mudé (esta vez sí) a Rosario, para hacer Biotecnología.
Al año y poco, a recoger los bártulos que tocaba volver a cambiar de residencia (y de país, y de continente, y hasta de hemisferios). Con la doble nacionalidad mis problemas de identidad se agravaron: durante 20 años había sido Lucía Fernández Navarro y mi pasaporte español estaba expedido a nombre de una tal Lucía Fernández López ("Hola, vengo a homologar mi título de la secundaria para poder estudiar en la universidad acá en España"; "Este título está expedido a nombre de L.B. Fernández Navarro", "Sí, soy yo", "No, usted es L.B. Fernández López", "Sí, ya, pero es que soy yo también". Sí, lograr empezar en la UNED no fue fácil).
No puedo decir que me haya adaptado nunca a vivir en España. Para que haya una adaptación, tiene que haber un cambio notorio en algo del entorno y yo estaba como si viviera en Argentina. El idioma a veces me resultaba complicado (¿no les conté nunca la primera vez que fui al cine en España? Jajajaa, queda para otro post), pero no noté mucho cambio entre un país y otro. Tal vez porque tenía 20 años, tal vez porque había venido con Cris, tal vez porque, en realidad, no existe ninguna diferencia. Después de todo, yo seguía siendo la misma. Cris no, Cris empezó a hablar "en español" en cuanto pisamos Barajas. O El Prat, mejor dicho, que llegamos a Barcelona.
Seguí siendo la misma durante todo este tiempo, pero, evidentemente, no lo soy. Bueno, quiero decir, que no hablo como hablaba hace 9 años. Porque más de una vez me han dicho "¿Argentina? ¡Pero si no se te nota nada el acento! Creí que eras canaria o andaluza". O pienso y digo (y escribo) cosas como "Lucía Fernández piensa que los pistachos son un puto vicio! "Voy a coger unos poquitos"... Y media bolsa después, seguía cogiendo", ante el horror (e hilaridad) de mis amigos argentinos.
Sé que después de nueve años es normal que haya incorporado expresiones y palabras del castellano que se habla acá y que perdí algo de mi acento (impactantemente notable es esto cuando hablo con alguien que nunca salió de Argentina. El otro día, por mi cumple, me llamó Caro Tajes. Estuvimos un buen rato hablando y cuando cuelgo, mi mamá me preguntó de qué hablábamos. Mi respuesta fue "no sé, estaba tan anonadada escuchándola cómo hablaba que no me quedé bien con la copla de lo que decía", jajajajajajaa. O cuando, mes y pico atrás, unas amigas de Madrid se fueron a hacer un curso a Patagonia y unos días antes me preguntaron por vocablos tan difíciles como "boletería).
Como digo, sé que soy un híbrido ahora mismo, pero, para mi gran sorpresa y pesar, me encamino más hacia ser gallega que hacia ser argenta. Y es que, de un tiempo a esta parte, hablo de "vosotros". Me sale, casi de manera natural y sin pensarlo demasiado, decir cosas como "¡que os divirtáis!" o "¿dónde habéis quedado, así me acerco?"... Lo que me resultaba tan difícil e impronunciable hace tan solo un año, ahora me sale solo! Y esto ya es preocupante. Porque, como digo, soy argentina, y los argentinos ¡no hablamos de "vosotros"!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario