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Ahora mismo, Guadarrama, Madrid, Spain

9 de agosto de 2010

El increíble caso del gato acuático

    En realidad, debería empezar por el principio y el principio fue, sin duda, septiembre del año pasado. Pero no, no voy a empezar por ahí, sino un poco más adelante, porque cómo llegó a ser esa llorona gatita negra nuestra Michelle es para otro post.
    A Micky desde chica le gustó mucho el agua. Me acuerdo las primeras semanas, cuando era imposible poner un vaso en la mesa sin que asomara su cabecita (que todavía le entra en el vaso, dicho sea de paso) y cuando las jarras, botellas y recipientes quedaban vacíos, de tanto que metía sus manitos y las retiraba sorprendida por mojarse. Fregar los platos tampoco era tarea sencilla, porque había que pasarse más tiempo quitándola de la pila que lavando.
    Ahora ya está un poco más tranquila, en cuanto al agua se refiere, dado que sigue estando igual de loca con todo lo demás (en pocos días se le acaba el quilibrismo, porque compramos unas redes protectoras para que no se suba más a la barandilla del balcón), pero aún hay dos cosas que no perdona: jugar con el chorro de agua cuando me lavo los dientes y pegarse a mi pecho en cuanto salgo de la ducha. Es verano, así que no me importa, y hasta me divierte, abrir la mampara y ver la pelotita negra (es diminuta mi Michi. Tiene ya un añito pero sigue igual de delgada y patilarga como cuando la encontramos), estirándose, como diciendo "uf, al fin ésta abrió la ducha" y venir a lanzarse, con un recriminatorio miau, a mis brazos. A mí apenas me da tiempo a envolverme con la toalla y ella se queda mirándolo todo, con sus ojazos amarillos, observando cada gota que me cae del pelo, los últimos estertores de la alcachofa, el desagüe tragándose el agua entre remolinos... Si por ella fuera, no me cabe la menor duda de que se quedaría todo el día en su atalaya, refrescándose y observando. A veces la termino bajando, pero es que me encanta tenerla encima, y postergo ese momento cuanto puedo.
    Me gusta que juegue con el agua, pero ¿no se supone que a los gatos no les gusta el agua?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

esa gata es muy original, solo a ella le gusta tanto el agua, solo a ella le gusta tanto el trapecio, solo a ella se le da por llorar todo el dia, solo a ella se le da por subirse a la mesa todo el tiempo, en fin, es una gata terrible....

Anónimo dijo...

ah soy monica, la madre de luci

Anónimo dijo...

Será la reencarnación de un Lama?
Bomarzo.

Lucía Fernández dijo...

Hmmmmmmmm, habría que investigarlo...

Anónimo dijo...

Si talves pueden aver gatos asi yo conosco a una amiga que tiene una gata que desde que ve agua va corriendo al agua y eso es normal en ella ya que es una gata acuatica yo digo que para ellas es normal no pero para nootros no estamos sorprendidos es algo increible.