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11 de mayo de 2010

XVI JAPCA Granada mayo 2010

¿JAPCA? ¿Qué es eso? Yo no había oído hablar de esas siglas en mi vida hasta hace... Hmmmmmm... ¿Un  mes? ¿Dos semanas? ¿Tres días? No, fue a finales de abril, cuando nos pusimos en contacto con la CECCAA (Coordinadora Estatal de Ciencias Ambientales) y nos invitaron a ir a la reunión que organizaban el segundo finde de mayo en Granada. Yo, que no me pierdo ninguna oportunidad de saltar a todos los charcos habidos y por haber, me dije "yo quiero ir. No sé a qué, pero yo voy". La lié a Santás (los otros se salvaron porque tenían prácticas de diversidad el sábado), y nos apuntamos. Insisto en la parte de "No sé a qué", porque creo que no supimos lo que nos esperaba hasta el momento en que llegamos a Granada.
No me voy a extender enoooooooormemente (sin que sirva de precedente, ¿eh?), pero sí quiero redactar un poco como fue la cosa.
Como digo, recogí a Santás a las 17:30 en su curro (la anti GPS se perdió, pero no tardé más de cinco minutos en encontrarme). Atasco en la M30, se veía que la A4 también estaría así, así que R4 y andando. Y tanto que anduvimos. Cerca de 500km después llegamos a Granada. Esta vez sí, sin perdernos, que llevaba yo la cosa preparada de casa y me había impreso el recorrido que marcaba el gran Google Maps.
Llegamos al albergue y llamamos a Rocío, una chica encantadora que fue nuestro primer contacto con lo que iba a ser el fin de semana. No, miento, nuestro primer contacto fue descubrir en recepción que Santás y yo ¡no dormíamos juntas! Los granaínos, demostrando sus ganas de juerga, nos habían separado a todos los que veníamos juntos (me imagino como fue lo de asignar las camas, así en plan sorte de la Champions o por el estilo!). Yo dormía con otras tres personas (en ese momento no me acordaba del nombre de nadie) y Santás con un chico. Para colmo, ¡nos habían dejado preservativos en las camas! Mu fuerte, jajajaja.
Bueno, el resto de la gente estaba ya cenando (acabando de cenar, mejor dicho), así que cuando nos reunimos con el grupo ya casi no había comida... Por eso, sobre las doce, Santás y yo nos plantamos frente a Cecilio y le dijimos que ¡teníamos hambre! Por suerte los chicos de La Rioja estaban igual y no quedamos como unas desesperadas. Nos fuimos a cenar y nos volvimos a encontrar luego en un bar. Carmen, haciendo gala de la cordura de la que yo carezco, se fue a dormir, pero yo me metí en un bar (sí, yo, en un bar), junto con un montón de desconocidos (sí, yo, con desconocidos) y estuve a punto de salir corriendo para alcanzar a Carmen en su vuelta al albergue. ¡Es que no conocía a nadie! ¿Qué hacía yo ahí metida?!?!? Además no me atrevía a hablar con nadie, estaba muerta de vergüenza! Las chicas de Extremadura lo notaron y se acercaron a hablar. Después se dispersaron y se me acercó otro chico (de Catalunya, según descubrí después), al rato otra chica... Y así, a lo tonto, empecé a hablar con la gente. Además, había futbolín, y sobreponiéndome a mi vergüenza pedí de jugar. En fin, fue una larga noche (sí, yo, en un bar con desconocidos hasta las cuatro de la mañana). Poco a poco me fui aprendiendo el nombre de la gente... Llevábamos una identificación, pero su efectividad disminuyó cuando empezamos a intercambiárnosla, jajajajaa. Eso sí, fomentaba el que te pusieras a hablar con el que tenía tu nombre.
En fin, llego al albergue como a las cuatro y media de la mañana y me encuentro, lógicamente, a mis compañeros de habitación durmiendo. Me metí en la cama sobre las cinco menos algo y no quería ni moverme, por no molestar... Dormí intranquila, pensando en si ellos se iban a levantar temprano a ducharse o no, a que hora habían quedado... Total, a las siete me desperté y ya no me volví a dormir.
El sábado nos repartimos en diferentes comisiones de trabajo (yo a comunicación, claro) y cuando nos quisimos dar cuenta, ya eran las siete de la tarde! Se me pasó volando el día. Por la noche hicimos un paseo por el bosque de la Alhambra (lo empezamos a los cinco minutos de que los de seguridad nos echaran por estar comiendo bocadillos y tomando refrescos en la calle...) y después, juerga otra vez. ¡Hasta las cinco de la mañana! Estoy que no me conozco ni yo misma. Y tampoco me conocen los organizadores de los premios que dan en las JAPCAs... Al parecer, en cada reunión dan premios a los más guapos. Esta vez, también dieron unos cuantos más: a la más trabajadora, al más enganchado a redes sociales (no, no lo gané yo, malpensados!), al que más ronca, a los que más bailaron... Y a los más simpáticos. Me hubiera gustado ver mi cara cuando dijeron "Lucía, de la UNED". La sorpresa no podría haber sido mayor cuando fui a recoger mi diploma y mi premio (una bolsa de golosinas)!!! Todavía estoy sorprendida y encantada, jajajajaja.



El domingo estaba hecha una mierda después de haber dormido 6 horas en todo el fin de semana, pero valió la pena. La vuelta a casa, con Santás y Jorge de AAM fue bien hasta que ya llegando a casa se me cerraban los ojos! Pero valió la pena, lo volvería a hacer sin dudarlo. Conocer a toda esa gente, conocer la forma en la que trabajan, conocer lo que hacen... Fue inmejorable.

4 comentarios:

Emilio Luján dijo...

Hola Lucía:

Me alegro que te lo pasaras bien y espero que seas una "habitual" de las JAPCA. Como dije en la Asamblea, hay que demostrar capacidad de trabajo y de pasarlo bien.

Besos.

Rocio dijo...

Hola Lucía,
No te imaginas lo que nos alegran por aquí tus palabras.

Un beso y espero que sigamos en contacto.

Lucía Fernández dijo...

Hola chicos,
¡Me van a tener que sacar con agua hirviendo de las JAPCAs y de la CECCAA! Fue un gustazo haber compartido esta experiencia con ustedes.

Trotalomas dijo...

Jeje, qué pequeño es este mundillo ambientólogo. Veo que os conozco a todos por los blogs. Me alegra que lo pasarais bien en Granada... ¡si es que no hay ciudad igual! :)

Saludos.